14 de julio de 2011

¿La vida es un sueño?




Bajo el abrazante Sol del mediodía.


Lee con detenimiento y atención.


Todo este mundo es metáfora, si bien es una bella metáfora, es una sombra del de verdad... pero esto no es lo increíble, lo realmente asombroso es que aún haya alguien que crea que este mundo existe, y  se lo tome tan en serio. Pues quien no entienda que hay otro mundo en el que están las raíces de éste no será feliz jamás.


Nuestros sentidos y nuestra percepción.

Nuestro mundo existe dentro de nosotros, pues nuestros cinco sentidos reciben estímulos externos y los transmiten al cerebro, donde se procesan, formando una imagen del mundo, pero no percibimos nada  fuera de eso.



El universo en sí nos es desconocido. Por ejemplo, si el tímpano en mi oído está dañado, no oigo nada y el sonido no existe para mí. Percibo sólo lo que se encuentra dentro del rango en el que estoy sintonizado.



La realidad que captamos corresponde a información que llega desde los receptores sensoriales externos e internos, y ademas han demostrado que cuando vemos un objeto,  ciertas regiones de la corteza visual se activan, sin embargo al imaginar el objeto las misma zonas se activan. 


Cabe preguntarse ¿Quién ve: los ojos o el cerebro? El Cerebro no discrimina entre el mundo exterior y el interior, además de los recuerdos y realidad, ya que cuando vivimos una situación difícil y luego de haberla superado cuando la recordamos sentimos las mismas sensaciones de esos momentos. Así lo que vemos es resultado del patrón de nuestra condicionalidad. 


Nuestra percepción del entorno es completamente subjetiva, ya que captamos nuestras propias reacciones a algo que supuestamente está ocurriendo fuera de nosotros, pero ¿en realidad está sucediendo algo afuera? Muchas teorías discuten el tema. Fueron tratados por Newton, Einstein, Heisenberg.


Dicho fácil: la percepción de la realidad es el resultado de mi influencia en el mundo y la influencia de éste en mí.

Los Sentidos y la realidad.


La aprehensión de la realidad espiritual, las causas, y todo el proceso que eso implica, exige un amplio y exhaustivo aprendizaje, ya que estamos acostumbrados a impresionarnos por las formas exteriores que nos llegan a través de los sentidos, olvidando muchas veces que nuestra percepción de la realidad es el resultado de un proceso en el cual los sentidos nos brindan tan sólo una lectura inmediata. 


Reconociendo de lo anterior que los sentidos no son sino canales a través de los cuales percibimos, pero luego debemos discernir la información receptada. Para comprender este concepto es necesario conocer los dos niveles de discernimiento que el ser humano realiza (Hakdamah Panim Umasbirot 16):



1) El primer discernimiento se llama "el discernimiento del bien y del mal" (o Entre lo que nos hace sentir bien y lo que nos hace sentir mal)

2) El discernimiento segundo se llama "discernimiento de lo verdadero y falso" (Entre lo verdadero y lo falso)

El primer punto de discernimiento (lo que nos hace sentir bien y lo que nos hace sentir mal) es común a todos los reinos de la naturaleza (mineral. vegetal, animal y humano parlante) y es de orden instintivo. Esto significa que el Creador ha impreso en cada criatura una fuerza de discernir todo lo que es bueno para él. 


Este primer discernimiento es la fuerza activa, física, funciona con la sensación de amargo y lo dulce, lo que aborrece y rechaza la forma amarga, ya que es malo para él, y le encanta y atrae a lo dulces, ya que es bueno para él. Esta fuerza de accionamiento es suficiente en el embargo, el vegetal y el Animal en realidad, para llevarlos a la perfección deseada.

El segundo (lo verdadero y lo falso) es exclusivo del ser humano, cada uno según su propia medida.   Y requiere una elaboración intelectual, ya que nos exige ver objetivos a largo plazo. Encima de ellos esta la especie humana, en la que el Creador infundió una fuerza de operación racional. Que opera en la clasificación de la segunda por encima de discernimiento, el rechazo de la falsedad y el vacío con desprecio, hasta el punto de la náusea, y atrae a los asuntos verdaderos y todos los beneficios con gran amor.


Sabemos que esta segunda fuerza que actúa se creó y fue el hombre a causa de la serpiente. En la creación, que sólo tenía la fuerza activa en primer lugar, desde el discernimiento del bien y del mal, que era suficiente para él en ese momento.

El primero se refiere al ámbito sensible que conocemos a través de los sentidos. El segundo al inteligible alcanzable mediante la inteligencia.


Tomando conciencia.


Cuando el hombre toma conciencia de estos principios comienza a expandir su "percepción de la realidad", dado que ahora ya no la limita a meras sensaciones, sino que puede acceder paulatinamente a las causas y luego al objetivo que hay por detrás de toda la realidad material-sensorial.

¡Todo fue un sueño!     

Los Kabalistas explican que podemos percibir la realidad en dos niveles, que están bajo la influencia de nuestros atributos internos.

En el primer nivel, el atributo propio del ser humano es “el egoísmo”. Tenemos la sensación de estar separados de los demás y hasta nos alienta a tomar ventaja de ellos. 


El egoísmo es también la razón por la cual nuestra imagen de la realidad es un mundo de guerra, peleas, pobreza y corrupción. 

Sin embargo, gradualmente las experiencias que tenemos en la vida, nos hacen tomar consciencia que nuestra percepción egoísta no nos da una satisfacción verdadera, pues el placer siempre es pasajero.

En el segundo nivel, el más elevado, nuestro atributo interno es el amor absoluto y otorgamiento, igual que el de la fuerza de la Naturaleza. 


Quienes perciben el mundo de esta manera observan que los seres humanos funcionamos como piezas de un sistema único, trabajando en correspondencia mutua, creando un círculo de placer infinito.

Según la Kabalah, el primer nivel es tan sólo una etapa que tenemos que atravesar, y su única finalidad es permitirnos cambiar, de manera independiente, nuestra percepción de la realidad. 


Los Kabalistas que aprendieron a transformar su percepción definen nuestra existencia actual como “la vida imaginaria” o “la realidad imaginaria”. En contraste, a la existencia corregida, plena y perfecta, le llaman “la vida real” o “la verdadera realidad

Cuando estos, los Kabalistas", reflexionaban sobre sus percepciones egoístas pasadas, decían: 

“éramos como aquellos que sueñan” (Salmo 126:1) 


Es decir, la verdadera realidad está oculta de nosotros, por ahora. No nos percatamos de ello porque percibimos al mundo y a nosotros mismos conforme a nuestros atributos internos que son todavía egoístas. No advertimos que todas las personas están enlazadas entre sí como una sola porque rechazamos tal relación. 

Si reemplazamos nuestro egoísmo por el atributo de la Naturaleza, amor y otorgamiento, vamos a percibir y experimentar cosas completamente diferentes a nuestro alrededor, que nunca habíamos notado. Es más, todo lo que veíamos antes estará ahora lleno de plenitud, eternidad y tendrá un propósito determinado.


Esto es a lo que el Guemara se refería cuando cuenta que Rabí Yosef, hijo de Rabí Yehoshúa Ben Levi, sufrió una enfermedad que le produjo la muerte clínica. Pero con la gracia de Di-s, Rabi Yosef se recuperó después de que su alma había llegado al umbral del Mundo Venidero. Su padre le preguntó: "¿Qué viste en el Mundo Espiritual?"



Rabi Yosef respondió: "Vi un mundo al revés: los altos estaban abajo y los bajos, arriba."


Rabi Yehoshúa Ben Levi comentó: “Viste un mundo claro”, en otras palabras, una imagen exacta.



Vi un mundo al revés” (Talmud Babilónico, Tracto Pesajim 50a).

Prueba para que veas…

La sabiduría de la Kabalah enseña que el propósito de nuestra vida es, de manera independiente, elevarnos de esta existencia limitada a la verdadera y eterna.

Para conseguirlo, necesitamos los auténticos libros cabalísticos, ya que fueron escritos por quienes descubrieron la imagen verdadera de la realidad.  En ellos, los Kabalistas nos hablan de la realidad perfecta que se encuentra de hecho a nuestro alrededor. Sólo necesitamos cambiar nuestra frecuencia interna para sintonizarnos a la emisión.

Al ir leyendo sobre la verdadera realidad, la neblina gradualmente se va disipando de nuestros sentidos y se empieza a percibirla. De hecho, los cabalistas explican que no es la comprensión de los textos que cambia nuestros atributos. Aunque no se entienda, el deseo de asimilarlo armoniza nuestra percepción.

Así lo expresa Baal HaSulam en su libro Introducción al Talmud Eser Sefirot: “Aún cuado no comprendan la lectura, el anhelo y gran deseo de entender la enseñanza despiertan en ellos las luces que rodean sus almas… Por tanto, aún cuando no tengan las vasijas, al iniciarse en esta sabiduría, mencionando los nombres de las luces y vasijas relacionadas con su alma, empiezan a iluminarles en cierta medida…”

La diferencia entre nuestra percepción actual de la vida y la que podríamos alcanzar es enorme. Para describirla de alguna manera, El Libro del Zohar la compara con la  diferencia entre una delgada vela de luz y una luz infinita, o con un grano de arena comparado con todo el planeta. Sin embargo, a quien realmente desea conocer lo que significa, los cabalistas le sugieren que lo vea por sí mismo: 


“Prueba para que veas que el Señor es bueno” (Salmo, 34:8).

Adaptación del trabajo de dos Escuelas de linaje Ashlag.

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