14 de marzo de 2016

Juzgar favorablemente


Casi nunca comparto historias como la siguiente, pero esta me parece muy entretenida, para mostrar el punto.
 
Una Señora estaba esperando su vuelo en un gran aeropuerto, cuando le informaron que su avión se retrasaría aproximadamente una hora. Un poco fastidiada, se compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. 

Buscó un banco y se puso a leer en alguna sala del aeropuerto, preparada para la espera.

Se acababa de sentar cuando también lo hizo un joven, dejando un asiento de por medio; quedando entre ellos las galletas y un diario. Mientras ella ojeaba la revista, él comenzó a leer el diario. 

De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó un poco; no quería ser grosera pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.

El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.

 Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y mientras miraba alternativamente al joven y al paquete, pensó:

 “No podrá ser tan caradura”

Y entonces el hombre, que pareció adivinarle el pensamiento, con mucha calma alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció la mitad a su compañera de banco:

¡Gracias! dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta.

De nada contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad.

Entonces la aerolínea anunció el abordaje. ¡Ah, no! ... aquello ya era demasiado y se puso a bufar de rabia; por lo que cerró su revista, recogió sus cosas y salió disparada hacia su sector de embarque.

“¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!” Pensaba mientras subía al avión. 

Más calmada, sintió la boca reseca. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas intacto.

Sólo entonces se dio cuenta de su despiste y del juicio injusto que había hecho sobre un comportamiento generoso.  En efecto, el joven había compartido sus galletas sin sentirse indignado, ni nervioso o alterado, y ya no había posibilidad de pedirle disculpas; pero sí de razonar:


¿Cuántas veces sacamos conclusiones apresuradas en nuestra vida, cuando debiéramos observar mejor? 
¿A cuántas personas encasillamos en estereotipos, sin darles tiempo a explicar lo que quieren decir? 
¿Cuántas oportunidades perdemos de quedar mejor?

Me dicen que este cuento lo encontramos en el libro "La Culpa es de la Vaca" pero en una versión diferente a la que les presento aquí en mi adaptación.

El Talmud acerca de esto enseña:


Aquel que juzga a los demás favorablemente, será juzgado favorablemente por Hashem
Shabat 127b

Toda persona debería juzgar favorablemente a los demás, como lo establece la Torah:


"Con justicia juzgarás a tu prójimo" 
Levítico 19:15

Rav Yosef (Shevuot 30a) explica que este versículo significa: "Se debería juzgar a su prójimo favorablemente". Enseña eso del verso: "Pero con justicia juzgarás a tu colega [amitekha]" Levítico 19:15, se deriva: Con respecto a alguien que está contigo [im she'iteja] en la observancia de la Torá y en cumplimiento de las mitzvot, trata de juzgarlo favorablemente.
 
Este es uno de los preceptos por los que el hombre disfruta de dividendos en este mundo, mientras que la recompensa principal se reserva para el Mundo Venidero (Shabat 127).

Por lo tanto, durante la vida, uno debe ser consciente que cuando juzga a su prójimo, tanto para bien como para mal, en realidad está determinando su propio veredicto.

Recuerda siempre que existen cuatro cosas en la vida que nunca se recuperan:

    una piedra, después de haberla lanzado;
    una palabra, después de decirla;
    una oportunidad, después de haberla perdido; y
    el tiempo, una vez que ha pasado.

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