El acontecimiento es relatado por el Rab Iosef Jaim quién devolvió su alma al Creador el 13 de Elul de 5669 (30 de Agosto de 1909), y estas son las palabras de su relato:
“Este suceso aconteció aquí, en la ciudad de Bagdad, hace más de noventa años. Un día fue un carnicero judío a comprar animales fuera de la ciudad, para traer para degollar. En el camino, avistó a un árabe que sale a su encuentro con un cordero muy voluminoso. El árabe avanzó hacia él y le dijo: ¡judío, adquiere para ti este cordero!
El carnicero en primera instancia se rehusó a comprarlo. El motivo fue por una sospecha que tenía de que quizá el animal no resulte apto según las leyes de la Torah (si es apto se sabe únicamente cuando se lo abre, pudiéndose recién entonces revisar la integridad de sus pulmones, etc.). Al ser el cordero tan grande, pensó que podía perder mucho dinero en caso de adquirirlo, y que luego de degollado sea hallado inapto.
El árabe no se dio por vencido y le insistió mucho para que lo compre, bajando considerablemente el precio del animal. Finalmente, tras varias propuestas, en las que propuso precios cada vez más tentadores, logró convencer al carnicero, que terminó adquiriendo al cordero.
Ese día, el carnicero judío no adquirió más animales que el mencionado. Con el mismo, emprendió el camino de regreso a su casa y en el trayecto advirtió algo que le llamó poderosamente la atención, el animal iba tras suyo con pasividad y calma, cuando por lo general, un cordero de semejante tamaño, es difícil de llevar, ya que los animales de esa envergadura suelen retobarse con quien los lleva. Sin embargo este se comportaba similar a un pollito, subyugándose totalmente a su nuevo propietario, yendo tras suyo de propia voluntad y con plena calma. El carnicero lo trajo a su casa y lo dejó allí hasta la víspera de Shabat para degollarlo, pues esa era la idea que había determinado en su corazón.
El hombre hizo todo lo que tenía que hacer, y luego de cenar se acostó a descansar. Pasada la medianoche, aun dormía plácidamente sobre su cama, pero instantes más tarde, escucha la voz del Shojet (quien degüella a los animales) de la ciudad, quién golpeaba a la puerta y decía: "¡Trae ya mismo el cordero que has adquirido el día de hoy a mi casa para que sea degollado. De ese modo podrá estar lista la carne por la mañana para una boda que se realizará en la ciudad!".
Después de haberle dicho esas palabras desde afuera de la casa, estando aun la puerta cerrada, el "Shojet" se retiró. El carnicero en tanto, solo escuchó desde su cama y le respondió: "Ahora te lo llevo!".
Enseguida se levantó, lavó sus manos, descendió a la planta baja y tomó el cordero para llevarlo a la casa del "Shojet". En ese momento, el carnicero descubrió una nueva cosa bastante extraña, el cordero caminaba detrás suyo por propia voluntad, prolongándose esta situación hasta que llegaron a la casa del "Shojet".
En tanto el "Shojet", antes que llegue el carnicero a su casa, soñó que venía un anciano hacia él y le decía: "Ahora llegará el carnicero “fulano” que te trae un cordero voluminoso que adquirió el día de hoy. Ese animal es una reencarnación del alma de “fulano” hijo de “fulano” que falleció poco tiempo atrás".
El Shojet conocía al difunto, ya que se trataba de un potentado, hijo de un padre multimillonario muy famoso quien a su vez era el gobernante de esa ciudad. El padre de este sujeto, que era el gobernante, aun vivía.
El anciano del sueño dijo también al Shojet que aquella alma que se encuentra dentro del cordero, está próxima a completar su misión en este mundo. Eso le será posible ascendiendo al cielo de manera apropiada desde el animal donde se encuentra, - el anciano en ese momento le advirtió - por eso, has de tener mucho cuidado cuando revises el cuchillo, pues debe estar apto antes del degüello, y has de recitar la bendición correspondiente al degüello con mucha devoción. Será menester que realicéis todo el proceso acorde a las leyes de la Torah, sin obviar ningún detalle. Luego, la carne no será vendida en la carnicería al resto de los hombres, sino que has de cocinarla y prepararla para que coman de ella sabios y temerosos de Di-s, los cuales recitarán la bendición correspondiente antes de comer con mucha devoción.
Después de tener este sueño, el Shojet escuchó la voz del carnicero, quien golpeaba a la puerta y decía: "Te traje el cordero como ordenaste".
El "Shojet" descendió a la planta baja, le abrió la puerta y el carnicero ingresó con el cordero. Tras ingresar a la casa, inmediatamente le preguntó: "¿Qué necesidad tenías de molestarte en venir de noche a solicitarme que te traiga este cordero y no aguardaste a que se haga de día?".
El Shojet le respondió: "Yo no fui a tu domicilio, ni tampoco salí de la puerta de mi casa. Solo tuve un sueño en el que ví un anciano que me dijo que tú vendrías con un cordero que adquiriste... Seguramente el dueño del sueño es el que golpeó a tu puerta. Es apropiado que hagamos acorde a lo ordenado por el anciano del sueño.
Efectivamente, así lo hicieron, y el alma logró completar su función en este mundo.
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