Los maestros de meditación entregan a sus discípulos una frase -una frase sagrada, a veces personal- para que lo reciten en momentos especiales, o en tiempos difíciles, o cuando simplemente queramos concentrarnos... Puedes empezar a recitar una frase de un salmo que te agrade. A mi me gusta recitar el salmo 16:8, con un tono agradable y melodioso.
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