Cuando Moshé subió al cielo para recibir la Torá, vio a Hashem decorando las letras de la Torá con coronas (k´tarim).
Moshé preguntó: ¿Hashem, quién Te retrasó terminar la Torá?
Hay un adam ejad, una persona, Hashem contestó, que va a vivir al final de cierta generación. Akivá el hijo de Iosef es su nombre. De todos y cada uno de los puntos él va a ser capaz de innovar montañas y montañas de halajot.
Por favor, enséñame esa persona, pidió Moshé.
Ve a su generación. Le contestó HaShem.
Así hizo Moshé. Fue a la Yeshivah donde Rabí Akivá enseñaba, y se sentó al final de la octava fila. Sin embargo, no pudo entender la lección. Él se sintió débil.
Finalmente, la lección llegó a davar ejad (literalmente), una cosa donde los discípulos preguntaron a Rabí Akivá: ¿cómo sabe eso?
Rabí Akivá contestó: Halajá le Moshé mi Sinaí, recibimos la Torá del Sinaí a través de Moshé.
Moshé se sintió confortado.
Él (Moshé) dijo a Hashem: Si tienes una gran persona como ésta, ¿por qué Tú estás dando la Torá a través de mí? Dala a través de Rabí Akivá.
No digas nada, Hashem dijo. Esto surgió en Mis pensamientos ante Mí.
Entonces Moshé preguntó: Hashem, Tú me has enseñado su Torá. Por favor enséñame su recompensa.
Ve a su generación, le dijo Hashem.
Moshé fue a los días de Rabí Akivá y vio que la carne de su cuerpo estaba siendo pesada en una báscula de carnicero. Moshé preguntó: Amo del universo, ¿ésta es su Torá y ésta es su recompensa?
No preguntes más, Hashem le dijo nuevamente. Esto surgió en Mis pensamientos.
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