La Torah es de origen Divino.
Esto es, saber que toda la Torah que se encuentra en nuestras manos hoy en día, es la que recibimos por mano de Moshé Rabenu, nuestro maestro, y que en su totalidad procede del Eterno, es decir, que la Torah se le reveló a Moshé en forma completa, por parte del Eterno, elevado sea.
Esto es lo que se denomina metafóricamente: “hablar”, ignorando cómo le llegaba la palabra del Eterno, a excepción de Moshé, que fue el que la recibió, no obstante Moshé era cual escriba a quien le dictan y él escribía tanto los sucesos, los relatos como los preceptos, es por ello que se lo denominó: “el escriba”, por lo tanto no hay diferencia entre aquello que dice: “y los hijos de Jam: Kush, Mitzraim, Put y Cnaan” (Génesis 10:6) o aquel otro: “y el nombre de su esposa: Meetavel hija de Jatred” (Génesis 36:39) o el que dice: “Timná era concubina” (Génesis 36:12) con el que dice: “Yo soy el Señor tu D-os” (Deuteronomio 5:6) o: “Escucha Israel el Eterno es nuestro D-os, el Eterno es uno” (Deuteronomio 6:4), puesto que todo es de origen Divino y la Torah del Eterno es completa, pura, sagrada y verdadera.
Todo aquel que afirma que estos versículos como los relatos, fueron agregados por Moshé, es considerado por los sabios y los profetas como un renegado, pues rebaja a la Torah más que cualquier otro apóstata, ya que cree que en la Torah hay cosas importantes y otras superfluas, sin encontrarle sentido. (Pensar de esta manera) es esencialmente, negar que la Torah es de origen Divino.
Afirmaron los sabios: “Aquel que sostiene que toda la Torah es de origen Divino a excepción de un solo versículo que no fue dicho por El Eterno, sino que Moshé lo agregó de sí mismo, sobre él dicen las escrituras: ‘porque la palabra del Señor despreció’”.
Sino que cada expresión y explicación de la Torah, posee mucha sabiduría y profundidad para aquel que las entiende, siendo su sabiduría inconcebible, como dice: “Su medida es mayor que la tierra y más ancha que el mar” (Job 11:9), por lo tanto es apropiado que el hombre se encamine por las sendas trazadas por David el ungido del Eterno, quien suplicó: “descubre mis ojos y muéstrame las maravillas de Tu Torah” (Salmos 119:18).
Lo dicho anteriormente es válido también con respecto a la explicación que hemos recibido de la Torah, también ella es de origen Divino.
Aquellas cosas que ponemos en práctica hoy, por ejemplo: la construcción de la Sucá, las cuatro especies, el shofar, las filatelias y otros, es exactamente tal como El Eterno encomendó a Moshé y él nos lo trasmitió, pues aquel mensajero, es digno de confianza.
El versículo que atestigua acerca de este principio es el que dice: “Dijo Moshé: Con esto sabrán que el Eterno me envió a realizar todas estas cosas, pues no han salido de mí” (Números 16:28).
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