27 de abril de 2014

La Santidad.

Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos sean, porque Santo Soy Yo, Hashem tú Elohim 
Vaykra 19,2

Es La santidad uno de los objetivos que impregnan de toda la Torah, y envuelve cada uno de los aspectos que son de la incumbencia y experiencia humana, la llamaremos Nivel del medio, ya verán porqué. 

Encontramos que el Judaismo se preocupa por:

1) la santidad del individuo
2) la santidad del tiempo
3) la santidad del lugar. 

Todas las leyes pueden definirse en términos de una u otra de estas categorías. 

La incumbencia por la santidad del individuo se refleja en las leyes que se refieren a los asuntos sociales y éticos, a las relaciones sexuales, a los hábitos alimenticios, a los modos de vestir y de hablar, a las relaciones familiares, a la higiene personal y al cuidado de la salud, la suprema importancia de la vida, incluso el respeto que se le debe a un cadáver. 

La preocupación por la santidad del tiempo se enfatiza en las leyes relacionadas con el sábado y las fiestas. La santidad del lugar se refleja en los mandamientos que se refieren al Tiempo de Jerusalem (en hebreo llamado Beit Hamikdash, que significa literalmente "Casa de la Santidad"). Esto se refleja también en las leyes que conciernen al Beit Kneset -la sinagoga- y al Beit Midrash, casa de estudio. 

Pero como se alcanza la santidad…

La Agilidad

La agilidad es una virtud de suma importancia en el cumplimiento de la Torá y los preceptos. 

Quién actúe con agilidad está demostrando claramente que ama al Eterno. Esta virtud es el principio de todas las virtudes.

Así percibimos la fuerza de la agilidad que conduce al hombre a todos los niveles citados, por lo que la persona debe ser cuidadoso y ágil en el cumplimiento de los preceptos, pues en definitiva, la virtud de la agilidad corona a las demás virtudes y las perfecciona. Debemos actuar ágilmente cuando un pobre acude a nosotros en busca de alimento, así también para apartarnos de las malas actitudes, como ser: la envidia, el odio o los pensamientos libidinosos.

Así dijo Rabí Pinjas Ben Yair: “El cuidado conduce a la agilidad, la agilidad lleva a la limpieza, la limpieza conduce a la pureza y la pureza a la abstención, la abstención lleva a la santidad, la santidad lleva a la humildad y la humildad conduce al temor al pecado, el temor al pecado conduce a la piedad y la piedad lleva al espíritu sagrado y el espíritu sagrado conduce a la resurrección, la cuál llevará a cabo Eliyahu, de Bendita Memoria muy pronto en nuestros días”



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