4 de septiembre de 2022

Una historia

Había un hombre rico que cuando se hizo viejo, tuvo un hijo muy hermoso e inteligente; este hombre antes de morir, le hablo a su hijo y le dijo:  "Te pido que tengas mucho cuidado con la gente que se siente ultra-religiosa porque es muy peligrosa, por fuera parece santa pero por dentro es muy poco humana".

Entonces el hombre murió y el hijo, despues de cierto tiempo, se casó con una muchacha huerfana muy linda, con quien era muy feliz. 

Un día él muchacho le dijo a su esposa que quería ir con ella a un baile donde iría mucha gente y podría pasarla muy bien, ya que siempre ella estaba trabajando en la casa.

Su esposa le dijo que no iría porque tenía miedo de que algún hombre se fijara en ella y no quería que pudiera tener ese mal pensamiento. Cuando el esposo escuchó estas palabras, se acordó del consejo de su padre antes de morir: _"Hay que tener mucho cuidado con la gente que se siente ultra religiosa"_ y pensó que tal vez su esposa era de ese tipo de personas.

El muchacho salió a pasear y pensaba ¿cómo podría probar lo dicho por su esposa?. Pasaron unos días y trajo a un cerrajero a su casa para que hiciera dos llaves de cada puerta y un juego de dió a su esposa y el otro lo guardó él, sin decirselo a ella. Un día le dijo a su esposa que necesitaba salir de la ciudad por cuestiones de negocio y al otro día se fue, cuando salió de la

ciudad regresó de nuevo y entro a un hotel. En la noche, cuando ya era muy tarde, fue a su casa y abrió puerta por puerta y cuando entró a su recámara vio a su esposa con otro hombre. Entonces la señora al verlo le dijo a su amante que matara a su esposo, pero éste salió corriendo y caminó toda la noche muy triste y desconsolado, hasta que llegó a un callejón y se quedó dormido allí.

Esa misma noche entraron unos ladrones a la casa del alcalde de la ciudad y le robaron alhajas y dinero. El alcalde ordenó buscar a los ladrones y encontraron a un señor dormido en el callejón y pensarón que él era el ladrón. Entonces lo agarraron, lo llevaron con el alcalde lo presionarón para que confesara su culpa y dijera donde estaba lo robado, pero él dijo que no sabía nada de eso. El alcalde ordenó que lo llevaran al monte para ahorcarlo y fueron también el verdugo y un juez.

Cuando pasaron por una calle donde habían muchos gusanos y hormigas, el Juez les dijo que rodearan ese camino porque era pecado matar esos animales. Entonces el hombre se acordó de lo que le había dicho su padre y pensó que el juez era tambien ultra religioso. Cuando lo amarraron para ahorcarlo dijo que quería declarar y confesar, entonces le permitieron hablar y dijo que : "el juez ministro era el que había robado la casa del alcalde". 

Cuando le preguntaron porque decía eso, él contestó que su padre le había aconsejado

que desconfiara de la gente ultra religiosa. Despues, fueron a la casa del juez y, efectivamente, encontrarón lo robado.

Finalmente al hombre inocente lo liberaron y a su esposa y al amante tambien los encarcelaron.