Recientemente me encontraba con un amigo y conversábamos sobre el significado místico de algunas letras del Alef-Bet, y en nuestro estudio llegamos a la palabra “Pilar”, y de inmediato recordé las palabras que el Pirke Abot recoge de Shimon el Justo:
“Shimón el Justo era de los remanentes de la Gran Asamblea. Él solía decir: Sobre tres principios está fundado el mundo; sobre la Torá, sobre el culto y sobre los actos de benevolencia”.
Aunque de Él sabemos con certeza en que época vivió, conocemos que era uno de los miembros más jóvenes de la Gran Asamblea y que fue un gran hombre. El Talmud (Yomá 69a) nos dice que el Sumo Sacerdote Shimon el Justo, se puso a la cabeza de un grupo de Sacerdotes a caballo y les condujo ante Alejandro Magno, lo que causo a este tal impresión que de enemigo del pueblo hebreo se transformo en su protector.
Un antiguo poeta Judío de Nombre Ben Sira (cuyo texto solo conservamos en su traducción al griego), escribió sobre él:
Hablemos también del sumo Sacerdote Simón, hijo de Onías. Durante su vida reparó la Casa del Señor, en su tiempo se reparó el Santuario. Puso los cimientos de la segunda muralla y rodeó el Santuario con una fortificación. También en su tiempo se cavó el depósito para el agua, un estanque tan grande como el mar. En previsión de nuevas desgracias para su pueblo, fortificó la ciudad contra un eventual asalto. ¡Qué majestuoso se veía cuando salía de detrás del velo del Templo, rodeado de su pueblo! Era como la estrella matutina en medio de las nubes, como la luna llena en toda su plenitud; como el sol que ilumina el Templo del Altísimo, como el arco iris cuya luz transfigura las nubes; como el rosal en flor en primavera, como el lirio junto a la fuente, como ramas de un árbol oloroso en verano, como el fuego y el aroma del incensario, como un vaso de oro macizo adornado con toda clase de piedras preciosas, como olivo cargado de frutos, como el ciprés que se alza hasta las nubes. Así era Simón cuando subía al santo altar de los sacrificios, revestido con su túnica de fiesta y con sus preciosos ornamentos; su gloria centelleaba en el recinto del Santuario. De pie junto al brasero del altar, recibía de manos de los sacerdotes las carnes sacrificadas: sus hermanos formaban una corona a su alrededor como el follaje de los cedros del Líbano, o hacían un círculo en torno a él como troncos de palmeras. Entonces todos los hijos de Aarón, revestidos de sus ornamentos, iban a ponerse frente a la asamblea de Israel, llevando en sus manos la ofrenda del Señor. Simón ejecutaba en el altar los ritos litúrgicos y presentaba con gran dignidad la ofrenda al Altísimo, al Todopoderoso. Tomando la copa de vino, dejaba que corriera suavemente el jugo de la uva al pie del altar, como perfume agradable para el Altísimo, el Rey del universo. Entonces los hijos de Aarón lanzaban gritos de aclamación, tocaban las trompetas de plata forjada y hacían oír su sonido poderoso, como para llamar la atención del Altísimo. El pueblo entero de un solo golpe se echaba de bruces en el suelo: adoraban al Señor, al Todopoderoso, al Dios Altísimo. Los cantores lo alababan a voz en cuello: era una inmensa y dulce armonía. El pueblo suplicaba al Señor Altísimo y se mantenía en oración delante del Misericordioso, hasta que se acababa el homenaje al Señor y se terminaba la liturgia. Entonces bajaba del altar y extendía sus manos sobre la asamblea de los hijos de Israel: bendecía con sus labios al Señor y pronunciaba con toda solemnidad su Nombre. Y el pueblo se prosternaba de nuevo para recibir la bendición del Altísimo.
Y muchas anécdotas nos cuenta la tradición sucedieron con respecto a él, y en el curso de sus cuarenta años en los cuales ejerció su ministerio en el cargo de Sumo Sacerdote, pero volvamos a sus palabras, tres pilares, esta máxima tiene valor universal, parece que ningún otro hombre pronunció una máxima de tanto alcance, puesto que el origen, la meta final, y la existencia del mundo están contenidos en este enunciado.
La Torah, El mundo fue creado para estudiar y difundir la Torah, para publicar la existencia del Creador por medio de la Tefilah y para poder hacer bondad, por ello ocupa el primer lugar de las tres.
Comenta el Talmud con respecto a la creación del Mundo: El sexto día fue recalcado con lo que se denomina “Hei Hayedia” (el día por excelencia), ya que el sexto día de la Creación se relaciona con el día 6 de Siván, día en que el pueblo de Israel recibiría la Torá en el Monte de Sinai y al que el Creador le antepuso la advertencia de que si el Pueblo de Israel no aceptara la Torah (después que todos los demás pueblos la rechazaron, con diferentes excusas) el Mundo se destruiría, pues el Mundo sin Torah seria como un instrumento sin manual, ya que el Mundo fue creado sobre la base de la Torah y para la Torah.
La Torah al no ser un efecto sino la razón de la Creación, no depende de la misma ni de su tiempo lo que le da su aspecto eterno e incambiable, los tiempos cambian, las generaciones se continúan, las cosas desaparecen pero la Torah perpetúa (para profundizar en esto vallan a los post La Torah y La Cadena de la Tradición y vuelvan)
Estudiar la Torah es una mitzvá específica ordenada por la propia Torah, de la cual todos somos responsables.
El Talmud relata que una de las preguntas formuladas al alma del hombre en el mundo venidero será. ¿Kavata ítim la Torá? "¿Has establecido tiempo para la Torá?"¿Dedicaste dos o más noches por semana a estudiar? ¿Pasaste los sábados por la tarde con un volumen de Torá? Cierto, estás muy ocupado y tienes otras preocupaciones. Pero ¿no pudiste "robar" (Kavata puede tener, también, este significado) un poco de tu tiempo de tu vida social y de negocios para dedicarlo a estudiar la Torá? Las palabras hebreas Kavata itim la Torá, podrían ser literalmente traducidas como "¿fijaste tiempos para la Torá?
Casi siempre escuchamos “La Torah debe adaptarse a los tiempos que corre” Muchos sostienen que la Torah y sus enseñanzas deben ser modeladas y modificadas de acuerdo con las condiciones modernas y ajustarse a la época actual.
El propósito del estudio de la Kabalah es precisamente todo lo contrario, modelar los tiempos conforme a la Torah, transformar nuestro medio hasta que se asiste a las enseñanzas divinas; elevar las condiciones prevalecientes al nivel de la Torah, en lugar de bajar las enseñanzas de D-s a los niveles corrientes, esto es fijar tiempos para la Torah.
Sobre el Culto, no es que Hashem necesita ser publicado, Di-s es Omnisapiente y Omnipresente, nada Le falta (Sefer Avodat HaKodesh), Así que no podemos decir que Él precise de ni nuestras oraciones, ni de nuestras alabanzas. Acerca de las verdaderas “alabanzas” hablaremos más adelante.
El humano se relaciona con sus hechos; de la misma manera que las pinturas definen al pintor, el rezo, el contacto con Hashem, la dependencia, definen a la persona.
“Más de lo que la ternera quiere mamar de la vaca, quiere la vaca dar de mamar a la ternera”, con esas palabras nuestros Sabios definen la relación entre el maestro y su alumno, asimismo podríamos determinar el deseo del Creador de agraciarnos con Su bondad. Rabí Moshé Jaim Luzzatto mas conocido como Ramhal en su obra Dérej Hashem dictamina que la persona fue creada para reconocer a su Creador y agradecérselo.
El “servicio de D-s” fundamental que podemos realizar en la actualidad, es la plegaria. A través de ella el hombre puede estar en comunión con el Todopoderoso, sentir verdaderamente su presencia y elevar su alma hasta los más altos niveles.
El vehículo para el logro de todo esto es el texto de nuestras oraciones: estas son las sagradas palabras de los profetas y los Salmos, los cuales contienen una inagotable riqueza de significado e inspiración, todo estudiante de Kabalah entiende esto.
Rabí Jaim de Volozin, discípulo del Gaón de Vilna, señala que la plegaria tiene una función trascendente de proporciones cósmicas: unir el mundo inferior con el mundo superior. En ese misterioso dominio del ser esencial que rodea la estructura espiritual del universo, hay consideraciones que requieren una relación dinámica entre nuestro mundo de apariencia y el mundo del ser puro.
La Torah es el canal a través del cuál tiene lugar el movimiento del Cielo hacia la Tierra. En la plegaria tenemos el movimiento inverso: las aspiraciones humanas se elevan desde las esferas inferiores hacia las superiores.
Si ésta es la función vital de la plegaria y sus componentes las inspiradas expresiones de nuestros profetas, cuán presuntuosas e ignorantes resulta para cualquier grupo de hombres, guiados por un positivismo superficial por una parte, y ciertos cánones racionalistas del siglo XIX por la otra, suprimir, distorsionar y alterar arbitrariamente nuestras plegarias tradicionales.
En hebreo, la palabra Tefilá deriva de la palabra palel, que significa “unión” Tosafot en Pesajím 5:9. Rezando, el justo se conecta con Di-s (según el grado de sentimiento del alma y su poder de comunicación) Esos factores determinan la “cercanía” del nexo entre uno y Di-s.
Más bien, las palabras de alabanza que recitamos del Sidur sirven para recordar al judío que es Di-s, nuestro Padre y Rey, quien concede nuestros deseos. Tal como un súbdito alaba al Rey antes de formular un pedido, así también el judío inicia la plegaria formal con la alabanza apropiada de Di-s Berajot 30a.
Para el Justo, la plegaria es el nexo más cercano que él o ella tienen con Di-s. La plegaria puede alterar el curso de la vida de la persona, acercar más al Justo a su Creador, y proveernos de nuestras necesidades y deseos.
La plegaria es un maravilloso regalo de Di-s.
No había aún árbol alguno en la tierra v ninguna hierba germinaba todavía porque Ha-Shem D-os no había enviado lluvia sobre la tierra y no había hombre que la labrase (Gén. 2,5)
Este versículo describe el estado de la tierra en el sexto día antes de la creación del hombre. Aunque la tierra “se cubrió de vegetación” en el tercer día (ibíd. 1:12), esta se mantuvo apenas por debajo de la superficie y no emergió hasta el sexto día. ¿Por qué? Porque D-os no había enviado lluvia sobre la tierra. Y sin lluvia no puede haber vegetación. La razón por la que no envió lluvia fue porque no había hombre que labrase la tierra, nadie que apreciara la necesidad de la lluvia. Pero cuando Adam fue creado, reconoció que la vida (vegetación) no podía sobrevivir sin ella. Oró y la lluvia cayó, haciendo que los árboles y la vegetación brotaran (Rashí)
El mundo comenzó con una oración en seis días D-os creó y moldeo las maravillas, del cielo y de la tierra y la abundancia de esto, sin embargo. Todo se mantenía dormido, congelado y sin desarrollo hasta que hubo oración.
Ya’akov era un poderoso guerrero, aunque sabía que D-os y no el hombre hace la guerra. El arma más potente del hombre es la oración. En su lecho de muerte, Ya’akov contaba que conquistó Shejém be-jarbí ub-kashtí.., “con mi espada y con mi arco” (Gén. 48,22), lo cual el Tárgum Onkélos interpreta como bitzlótí u be ba'utí.., “Con mi oración y con mi súplica”.
El Maharál en su Gúr Arié explica que la oración del justo es parecida a una “espada” que “atraviesa” el mundo superior e inferior. La oración es parecida a un arco porque así como el vuelo de la flecha depende de la tensión ejercida sobre el arco, de igual manera, la efectividad de la oración depende del grado de concentración e intención de la persona.
Nuestros Sabios comparan la plegaria con la “escalera de Ya’akov “ en la Biblia (Zohar I, 149b.) Pues tal como la escalera se extendía desde la tierra hasta los cielos, así también la plegaria lleva al judío más allá de sus asuntos terrenales y eleva un espacio de su tiempo a empeños más celestiales.
En su excelso más nivel, por supuesto, el alma desea una unión absoluta con Di-s, incluso al grado de abandonar el cuerpo. Se cuenta la historia del Rebe jasídico que cada mañana, antes de sus plegarias, se despedía cariñosamente de su amada esposa y familia, pues temía que su alma ascendiera a las esferas supremas. Contenta de estar allí, ¡bien podría rehusarse a volver a la tierra! (Historias Jasídicas)
Claramente, el judío término medio no alcanza niveles tan elevados inmediatamente. Comienza escalando hacia arriba desde abajo, abriéndose camino hasta la cima. Lo hace, en primer lugar, meditando acerca del significado literal de las palabras de la plegaria.
Examinando nuestras plegarias diarias, encontramos que consisten de tres elementos:
1) Alabanzas al Todopoderoso.
2) Pedidos por nuestras necesidades diarias.
3) Agradecimiento por la generosidad de Di-s.
Estos componentes constituyen plegaria del judío.
Pero surgen preguntas: si de hecho el Justo cree que todo viene de Di-s, ¿por qué debe pedir por sus necesidades en la plegaria? El Creador ciertamente conoce nuestras necesidades. En segundo lugar, ¿qué beneficio deriva El de nuestra plegaria humana? ¿Cómo pueden nuestras palabras dar a Di-s cualquier medida de satisfacción?
El Talmud afirma que cierto hombre justo concluía siempre sus plegarias con las siguientes palabras:
”Di-s, Tú sabes qué es bueno para mí y mi modo de vida. No he venido a informarte de mis necesidades o para llamar Tu atención a ellas; más bien, para que yo me dé cuenta de cuánto dependo de Ti...” Citado en Jovat HaLevavot, Shaar Jeshbón HaNefesh.
La respuesta es que Di-s Mismo no requiere de nuestros recordatorios. Más bien, es nuestro deber rezar para que nosotros mismos recordemos a nuestro Creador y cómo todo surge de Él.
Si Di-s nos otorgara cada una de nuestras necesidades sin la plegaria, podríamos pronto llegar a creer que nuestras bendiciones de subsistencia, salud y felicidad, son el resultado de nuestros propios esfuerzos humanos. Por lo tanto, rezamos para tomar conciencia de nuestra dependencia de Di-s para nuestro bienestar espiritual y material; Pues Él es la genuina fuente de todo lo que recibimos en la vida.
Sobre los actos de benevolencia (guemilut jasadim) El mundo fue creado por la bondad Divina como dijeron nuestros Sabios.
En el Principio de la Creación está escrito “Creó El Omnipotente (Elohim)”, la Torah usó el denominativo Omnipotente (Elohim) en su aspecto estricto de la justicia, donde no había lugar al perdón ni al arrepentimiento, pero de inmediato cambió la Divinidad su nomenclatura por Hashem (Señor Eterno) ya que la Creación no pudo soportar la justicia inmediata e intransigente de la Verdad.
La medida del comportamiento de la persona es considerada por Hashem: “Midá kenegued Midá”; nos considera según cómo consideramos al prójimo, por lo que la bondad con el prójimo es la llave de la existencia: Olam Jésed Yibané (al Mundo, la Bondad lo construyó).
Debemos saber diferenciar entre la Bondad y la ayuda, ya que en muchas ocasiones la ayuda al prójimo es obligatoria, como señala el precepto de la Torah de ayudar a levantar al animal que sufraga bajo el peso de la carga o la ayuda que estamos obligados dar a nuestro hermano necesitado, que en otros pueblos es denominada limosna, o ayuda, pero en la Torah es denominada Tzedaká “Justicia”, pues quien da a su hermano necesitado está haciendo lo justo y no lo bondadoso.
El Talmud comenta de un gentil que le pregunto a Rabí Akiva si Hashem ama a sus criaturas, a lo que le respondió que lógicamente como un padre ama a sus hijos, Hashem ama a sus criaturas, a lo que criticó el gentil que un padre hace todo lo posible por el bienestar de sus hijos y si es cierta la comparación ¿por qué hay pobres en el mundo?, a lo que le respondió Rabí Akiva: Más de lo que necesitan los pobres de los ricos, necesitan los ricos de los pobres.
La Tzedaká enriquece al que la da no solamente económicamente, como le comentó Rabí Yohanán a su sobrino: Tehaser kédei she Titasher (Diezma para enriquecerte), sino humanamente enriquece la oportunidad de dar. Qué triste sería el mundo en la condiciones de los habitantes de Sodoma y Gomorra, que no permitían la bondad en sus tierras. ¡Más recibe el que da, que quien recibe!
El propósito de la Torah en nuestra vida diaria es el de trasladarnos a un plano mas elevado. A través del estudio de la Torah aumentamos nuestro conocimiento, ampliamos nuestros horizontes mentales, extendemos las fronteras de nuestra comprensión. La avodá gobierna nuestra relación con D-s. Nos hace darnos cuenta de la presencia del Todopoderoso y de nuestra dependencia de El. La guemilut jasadim regula nuestra relación con el prójimo.
En esta área se nos en enseña el significado de justicia, rectitud y compasión, y aprendernos, además cómo:
Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Referencias.
Jovat HaLevavot, Shaar Jeshbón HaNefesh.
Derej Hashem.
Zohar.
Talmud, diversos tratados.
Comentarios de las parashat del Rabino Shlomó Wahnón.
Pirke Abot. Comentario del Rabino A. Amselem.