Quien ve una flor hermosa en
un jardín, podría sentir el deseo de recogerla y llevarla a su casa para
disfrutar de su belleza. Pero fuera de su hábitat natural, esa flor no durara
mucho. Una vez separada de su fuerza vital se marchitará y eventualmente morirá.
Lucirá hermosa, y despedirá suaves y bellos aromas por un tiempo, pero luego comenzará
a marchitarse, a pudrirse y por supuesto olerá mal. Así es cuando descontextualizamos las cosas, así
es cuando queremos cambiar a alguien. Si amas algo déjalo libre, no seas
posesivo. Dentro de una relación amorosa, la gente necesita tener su propio
espacio. Si queremos aprender a amar, es necesario primero aprender a vivir en
la soledad, aprender a amarnos, no puedes
amar a nada ni a nadie a menos que antes lo respetes, debemos aprender a perdonar y dejar ir
nuestras heridas y dolencias del pasado. Cada relación es única, por tanto, no
condiciones tu presente con tu pasado, ¡sánate a ti mismo! Amor en hebreo, se
dice Ahava, y esa palabra tiene el mismo valor numérico de la palabra “Uno”, es
decir amar es unificar… Y para unificar requerimos desprendernos de nuestros
miedos, prejuicios, apegos, ego y condicionamientos.
5 de septiembre de 2014
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