19 de febrero de 2008

Las formas de aprehender la Realidad.

“Cuatro Sabios «entraron» al (Huerto) PaRDéS: Ben Azái, Ben Zomá, Ajer (Elishá Ben Abúya) y Rabí Akiva…Ben Azái vio y murió, Ben Zomá observó y enloqueció, Ajer cortó las amarras, Rabí Akiva salió en paz”. Talmud Babli Tratado Jaguigá 14.2

Este es quizás uno de los pasajes más famosos y maravillosos del Talmud. Este tiene múltiples interpretaciones, sobre todo Kabbalísticas, y la mayoría de los estudios concuerdan en tomar esta cita como prueba que Rabí Akiva estudiaba los textos secretos esotéricos.

Querido lector, es fundamental destacar que nada de lo dicho a continuación debe ser tomado al pie de la letra ya que, sin duda, el texto sugiere niveles de comprensión que superan por completo los objetivos de este Blog, si te quedan dudas, o te generan inquietudes como siempre les digo, dejen sus comentarios. Pero si te pido que leas con detenimiento.

¿Por qué solamente Rabí Akiva logró entrar y salir en paz? En cuanto a los otros tres Sabios ¿por qué uno perdió la vida, el segundo perdió la razón y el tercero corto las amarras (perdió la comprensión superior abandonando el camino de la Torah)? Para descifrar estos interrogantes debemos saber previamente qué es el mencionado “PaRDéS”, y qué percibió cada uno de estos Sabios.

El vocablo PaRDéS פרדס significa literalmente Prado, Huerto. Este concepto, que aparece en diversos textos tradicionales, alude a las cuatro formas básicas de comprensión de la realidad, las cuatro formas básicas de interpretación de la Torah. 

Las letras de dicha palabra conforman cuatro perspectivas a través de las cuales comprendemos la Torah.

La primera inicial del vocablo PaRDéS, פרדס - indica el Pshat, lo simple, el relato literal de la Torah. 

La segunda inicial alude al פרדס Remez, insinuación, que le da una dimensión más profunda al relato, dado que los personajes, las situaciones y todos los detalles presentados por la Torah, inclusive las letras, nos transmiten un mensaje.

La tercer inicial פרדס nos indica el Drash que proviene del verbo exigir (לדרוש). Esta lectura encierra una búsqueda en la cual el hombre exige el significado interior que el texto quiere transmitir. 

La última inicial del Pardés פרדס nos indica el Sod, literalmente secreto. El Zóhar, uno de los libros fundamentales de la Sabiduría de la Kabbalah, define al Sod como causa, ya que quien conoce la causa conoce la consecuencia, es decir el “secreto”. El Sod nos revela los principios espirituales que rigen todos los ámbitos de la realidad.

Bien los cuatro Sabios Ben Azái, Ben Zomá, Ajer y Rabí Akiva nos indican cuatro formas generales de comprensión a que los hombres son proclives de arribar cuando quieren alcanzar la Plenitud de todo lo creado.

Ben Azái vio y murió… Este Sabio pensó que anulando la relación con el mundo material-sensorial el hombre alcanza el objetivo para el cual fue creado. 

La realidad material-sensorial es nociva cuando se transforma en un fin en sí misma, es decir cuando vivimos solo para ella, entonces se convierte en la fuente de todos los sufrimientos. En cambio, cuando la tomamos como un medio se transforma en el instrumento para que la Plenitud Infinita se expanda en todos los ámbitos de la realidad. Ve Contacto con lo Sagrado. Parte II.

Vivimos en dos mundos, en este y el futuro. Aún en este mundo (y estas afirmaciones anteriores son lo más simplificadas posible) vivimos en dos planos, el nivel inferior físico del cuerpo y el nivel superior y espiritual del Alma. Esto nos los enseña la Torah. Este plano material-sensorial, fue creado por D’os, todo lo que en él existe sirve como instrumento para descubrir y servir a D’os, la esencia de la Santidad es saber usar correctamente todo cuanto existe en el mundo según el plan de D’os. 

La Torah no nos pide anular el deseo, ya que el deseo es el recipiente para recibir la plenitud (sin él no podemos disfrutar) el deseo es nuestra cualidad esencial, y es nuestra esencia, es lo que nos guía, lo que nos hace funcionar, siempre estamos buscando satisfacer nuestros propios anhelos. Como escribió el Rav Ashlag, el hombre no mueve ni un solo dedo si no lo mueve un deseo interno. 

La Torah nos enseña la forma correcta de relacionarnos con el deseo: Altruismo, es como pasar del deseo egoísta al altruismo, esta es la Torah. 

Ben Azái obvió el potencial que surge al confrontarnos con el desafío de armonizar todos los planos y aspectos de la realidad, lo cual hace fluir la plenitud a toda la Creación.

Ben Zomá observó y enloqueció… Su intuición e imaginación fueron más poderosas que su discernimiento. Ben Zomá fue un Sabio que se dedicaba a analizar decenas de veces un concepto hasta comprenderlo en sus detalles e implicancias más recónditas. 

Es imposible que el hombre aprehenda intelectualmente la medida de todo, ya que la realidad del Kadósh Barúj Hú es infinita (Ein Sof). 

El verdadero conocimiento espiritual trasciende todo límite. El acceso a la realidad espiritual es posible únicamente cuando trascendemos el ámbito de lo mensurable. 

En el ámbito espiritual conocimiento es fusión en hebreo dvekút. Dvekút es lo que unifica al conocedor con el conocimiento y lo conocido. Para lograr la dvekút no es suficiente la especulación intelectual, es necesaria la vivencia, que se alcanza mediante el estudio de las leyes espirituales, la Torah, y la práctica de actos de bien: las Mitzvot. De esa forma el hombre recrea en su vida la Realidad Infinita.

Esto es similar al amor que para ser completo debe estar por sobre toda medida. Mientras medimos aún no hay amor, hay conocimiento. Sólo cuando trascendemos la medida llegamos a la entrega, al amor, que está más allá de todo límite. 

Entonces pasamos del conocer al ser.

Ajer perdió la comprensión superior abandonando el camino de la Torah… Elishá Ben Avuya, es su verdadero nombre, pero en el Talmud se le llamo “Ajer” (“el otro”) evitando de tal modo hasta la mención de su nombre, porque abandonó el camino de la Torah en busca de lo que él consideraba ir al encuentro de “la verdad”. 

Cuando el discernimiento es usado para justificar la debilidad humana en su manifestación negativa en lugar de superarnos en pos de lo completo, “el altruismo”, transformar nuestro deseo egoísta de recibir para si mismo, en el deseo de recibir para dar, perdemos el objetivo (de esto hablaremos más abajo). 

Este Sabio, influenciado por los griegos, no se sabe a ciencia cierta qué ideas lo conquistaron, tal vez el helenismo, quizá el dualismo o el hedonismo, pero realizó su discernimiento acorde al pensamiento filosófico basado en el intelecto, el cual se basa en adaptar las normas de conducta a las debilidades humanas.

En cambio, cuando actuamos en base a principios objetivos-Mitzvot, se activa armónicamente todo el potencial humano transformando el deseo de recibir inconsciente en voluntad consciente.

Mientras más justifiquemos intelectualmente nuestro egoísmo, mas lejos estamos del objetivo.

Rabí Akiva entró en paz, y salió en paz…Rabí Akiva logró la comprensión que nos permite armonizar la relación entre lo general y lo particular, el objetivo y la forma para lograrlo. 

Según la Kabbalah la función del pensamiento consiste en discernir entre nuestros deseos, previendo las consecuencias de nuestros actos.

Cuando pensamos no hacemos más que racionalizar nuestras necesidades, anhelos, deseos y en última instancia nuestra voluntad. Pero para tomar la decisión de concretizar o no nuestros deseos, cuándo y de qué forma, debemos confrontarlos a un objetivo. Sólo después de esto puede surgir la posibilidad de elegir y desarrollar la voluntad. 

El objetivo nos hace tomar conciencia de nuestro deseo y sólo así podremos generar la voluntad para canalizarlo correctamente. 

El deseo es innato e inconsciente, en cambio la voluntad es consciente y adquirida. 

El deseo en su forma instintiva es denominado por la Kabbalah “ratzón lekabel”, deseo de recibir, egoísmo. En cambio, a través del trabajo consciente en la Torah y las Mitzvot se lo puede transformar en deseo de dar, altruismo, en hebreo “ratzón lehashpia”.

Es decir que el cumplimiento consciente de los preceptos, moldean al hombre.

La voluntad y el deseo limitan o expanden la realidad de los hombres, ya que son ellos los que le dan al pensamiento el marco donde actuar y desarrollarse. 

Esto es determinante hasta tal punto que grandes Sabios, pueden quedar cautivados en diferentes ámbitos de la comprensión; limitando así su percepción de la realidad.

Los cuatro Sabios que nos describe nuestra tradición representan cuatro formas de comprender la Sabiduría de la Kabbalah y por lo tanto de aprehender la realidad, en donde sólo la cuarta conduce a la verdadera conciencia. 

Solamente en ese cuarto ámbito, el Sod (nivel de la Kabbalah), el hombre puede lograr la libertad; siendo que al aprehender las causas comienza a comprender las consecuencias, descubriendo así en todos los aspectos de la vida al Uno sin segundo, al Kadósh Barúj Hú.

Leíste.

Respóndete a ti mismo estas preguntas. 

¿Por qué solamente Rabí Akiva logró entrar y salir en paz? 

¿Por qué uno perdió la vida, el segundo perdió la razón y el tercero corto las amarras (perdió la comprensión superior abandonando el camino de la Torah)?

¿El mundo material-sensorial es un instrumento para alcanzar El Objetivo?

Si respondiste la pregunta anterior ¿Cuál es El Objetivo?

¿Qué es deseo?

¿Cómo se relacionan según la Kabbalah el Deseo y la Voluntad?


Bibliografía.

Adaptación basada en los textos:

La Percepcion Judia de la Realidad. Rab Jaim Zukerwar.

La Esencia, el Infinito y el Alma. Rab Jaim Zukerwar.

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