Generalmente tengo un temperamento medio, es decir, puedo enojarme ante alguna situación pero ese estado dura poco. Realmente quisiera cuando se presenta alguna situación, llegar a estado de enojo con mucho menos regularidad y eso es definitivamente uno de mis objetivos de crecimiento espiritual de alcance a corto plazo.
El enojo, es una cosa seria, parece surgir en un instante, parece inmediato. Parece que “algo” se apoderara de nosotros, pero nos duela o no, la verdad es, que en la mayoría de los casos, solo nosotros somos enteramente responsables de nuestras reacciones, pues cuando dejamos el control a ese “algo” definitivamente “eso” no corre con las consecuencias de las reacciones, sino nosotros.
Siempre tenemos excusas para todo, inclusive para justificar nuestro enojo y nuestro sufrimiento. No obstante, si se damos cuenta de la verdad y se decimos: "Es mi elección", ya no tendremos una excusa para quejarnos.
El Eterno nos ha otorgado la capacidad de tomar la decisión de controlar nuestras emociones. Podemos entrenarnos (entrenamiento, disciplina y búsqueda directa y activa de un estado) para someter nuestras emociones a los valores de la Torah.
Por consiguiente, tenemos que tomar la iniciativa y la responsabilidad de comportarnos según las pautas de la Torah acerca de cómo reaccionar.
Digámonos a nosotros mismos, y en silencio:
"En lugar de culpar a los demás por mi enojo, comprenderé que este problema pudo haber sido provocado por mi propio resentimiento que yo he permitido que se desarrollara. Estoy decidido a cambiar este patrón ahora”.
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