Moshé, que caminó en el Cielo como uno camina en la Tierra, se saludó con un ángel que le preguntó:
“¿Qué estás haciendo aquí, hijo de Amram? ¿Qué tiene para hacer un mortal que vive en el mundo físico, en los sagrados Cielos?”
“No vine por propia voluntad,” contestó Moshé.
Y añadió: “Nuestro Amo me ha traído aquí para recibir la Torah y entregarla al pueblo judío”
Cuando los ángeles comprendieron que Moshé se llevaría la Torah de los Cielos y la traería a la Tierra, se lamentaron ¿Se separarían para siempre de su querida Torah?
Hashem sugirió a Moshé:
“Ve y habla con los ángeles. Convéncelos de que no necesitan la Torah y que no deben sentir que estás quitándoselas”
Animado por las palabras de Di-s, y aferrándose al trono Celestial, Moshé tomó valor.
“Todo lo que está escrito en la Torah no tiene relación con ustedes”
les dijo. “¿Qué dice la Torah?: ‘ Yo soy Di-s, tu Di-s que te sacó de la tierra de Egipto’. ¿Ustedes fueron esclavos en Egipto? ¿Acaso Hashem los rescató de allí? La Torah también dice: “No tendrán ningún dios ante Mí” ¿Ustedes rinden culto a los ídolos fabricados por el hombre? ¿Tienen inclinación a robar, codiciar lo que pertenece a otros? ¿Tienen padres que honrar? ¿Qué uso le darán a la Torah? No pueden observar sus mandatos positivos ni sus prohibiciones.”
Oyendo estos argumentos, los ángeles tuvieron que conceder a Moshé que estaba en lo correcto.
Moshé permaneció en el Cielo durante 40 días y 40 noches, aprendiendo la Torah Escrita y la Torah Oral. Cuando veía que los ángeles preparaban el man (comida que caía del Cielo en el desierto) para que los judíos comieran al día siguiente, sabía que era día. Cuando el man caía, sabía que era de noche en la Tierra.
Un día, Moshé vio a Hashem agregando coronas a las letras de la Torah. Pidió a Di-s que le explicara la razón y Hashem dijo: “Dentro de algunos años, nacerá un Tzadik que sabrá los detalles de leyes y pensamientos de la Torá que se encuentran cada corona que estoy agregando.”
Moshé rogó ver al Tzadik. Di-s le mostró muchos discípulos sentados en innumerables filas. A su cabeza, un hombre que parecía un ángel celestial. Moshé no podía entender lo que estaban diciendo, y se sintió muy afligido.
Entonces, de repente, Moshé oyó que uno de los estudiantes preguntaba al hombre de apariencia angelical de dónde aprendían esto. Rabi Akiva contestó: “Todo lo que estoy enseñando e innovando en Torá, es una transmisión directa de lo que Moshé recibió en el Monte Sinai”. Moshé se reanimó por estas palabras pero le preguntó a Di-s: “Si Tú piensas crear semejante gran persona, por qué no le concedes el privilegio de entregar la Torah a los Yehudim?”
“Te He elegido para entregar la Torah a mis hijos” Hashem dijo a Moshé. “Y ya que eres tan modesto, aumentaré tu sabiduría y conocimiento”. Y en ese momento, Di-s abrió los 50 Portones de Sabiduría, permitiéndole atravesar 49 de ellos. La sabiduría de Moshé era tan grande que ninguna otra persona podía comparársele.
Y es de Moshé que aprenderemos Torah cuando llegue el justo Mashiaj.
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