En cierta ocasión se presentaron en la casa de Rabí Israel, el predicador de Koznitz, un campesino y su esposa. Para rogarle que rezara a favor de que tuvieran un hijo.
El sabio hombre sonrio y sin mediar siquiera palabra les dijo:
Bien, tienen que darme 52 monedas de oro a cambio del milagro.
Miro al campesino y le dijo:
“Has de saber que esto es así porque es el valor de la palabra ben, que en hebreo quiere decir "hijo".
El campesino rebuscó en sus bolsillos, y le entregó 10 monedas al maestro.
Éste rechazó esas monedas y recalcó:
Deben darme 52, sino no habrá milagro.
Un tanto alterado el campesino fue a la feria y allí vendió los objetos de valor que él y su esposa tenían. Con el dinero regresó a lo del rabino, y entonces le presentó 22 monedas, exclamando:
"¡Esto es todo!, ahora rece por que tengamos un hijo".
El predicador no tocó las monedas, sino que impasible respondió:
"52 monedas es lo que les he pedido, no menos".
Totalmente furioso el campesino toma a su mujer del brazo y sale gritando de la oficina del maestro:
"¡Vámonos de aquí, le rezaremos a Dios directamente, sin necesidades de que haya en el medio intermediarios, El Todopoderoso nos ayudará igualmente".
Entonces los detuvo un momento el maestro y les explicó:
"Ciertamente, ahora estás haciendo lo que les dará lo que tanto desean".
Y así fue.
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