La reencarnación es mencionada en numerosos lugares en los textos clásicos del misticismo judío. Y el hecho de que la reencarnación sea parte de la tradición judía sorprende a mucha gente.
No obstante, es mencionada en numerosos lugares en los textos clásicos del misticismo judío, empezando con la preeminente antología de cábala, el Zohar.
Siempre que una persona fracasa en su propósito en este mundo, Dios, Bendito Sea, la arranca de raíz y la vuelve a plantar una y otra vez, repetidamente (Zohar 186b).
Todas las almas están sujetas a la reencarnación; ¡y la gente no conoce los caminos de Dios, Bendito Sea! No saben que son traídos frente al tribunal tanto antes de entrar a este mundo como después de dejarlo, son ignorantes de las muchas reencarnaciones, y de los trabajos secretos que tienen que realizar, y de la cantidad de almas desnudas, y cuántos espíritus desnudos deambulan en el otro mundo sin poder ingresar detrás del velo del Palacio del Rey. Los hombres no saben cómo las almas vuelan de un lado a otro como una piedra que es arrojada con una honda. Pero ya se acerca el tiempo cuando estos misterios serán revelados (Zohar, II 99b).
El Zohar y la literatura relacionada están llenos de referencias a la reencarnación, abordando preguntas como qué cuerpo es resucitado y qué ocurre a esos cuerpos que no alcanzan la perfección final, cuántas oportunidades son dadas a un alma para lograr perfeccionamiento a través de la reencarnación, si un esposo y una esposa pueden reencarnar juntos, si una demora en un entierro puede afectar la reencarnación, y si el alma puede reencarnar en un animal.
El Bahir, atribuido al sabio del siglo I Nejunia ben Hakaná, emplea la reencarnación para referirse a la pregunta clásica de la Teodicea – ¿por qué le ocurren cosas malas a la gente buena? Y viceversa:
¿Por qué existe una persona justa a quien le ocurren cosas buenas, mientras que a otra persona justa le ocurren cosas malas? Esto sucede porque la [segunda] persona justa actuó mal en su vida previa, y ahora está experimentando las consecuencias. ¿A qué se parece esto? Una persona plantó un viñedo y tuvo la esperanza de que crecieran uvas dulces, pero en lugar de eso, crecieron uvas agrias. Vio que su siembra y su cosecha no fueron exitosas, así que arrancó el viñedo de raíz. Removió las parras de uvas agrias y plantó de nuevo. Cuando vio que su siembra no fue exitosa, la arrancó de raíz y plantó de nuevo (Bahir 195).
La reencarnación es citada por muchos comentaristas bíblicos clásicos, incluyendo al Rambán (Najmánides), Menajem Recanti y Rabeinu Bajia. Entre los muchos volúmenes del santo Rav Itzjak Luria, conocido como el “Arí”, la mayoría de los cuales nos llegan a través de la pluma de su discípulo principal, Rav Jaím Vital, existen ideas profundas explicando temas relacionados a la reencarnación. De hecho, su Shaar HaGuilgulim, “Las Puertas de la Reencarnación”, es un libro dedicado exclusivamente al tema de la reencarnación, incluyendo detalles relativos a las raíces de las almas de muchos personajes bíblicos y en quienes reencarnaron desde los tiempos de la Biblia hasta el Arí.
Las enseñanzas del Arí se desparramaron sin control después de su muerte a través del mundo judío en Europa y en Medio Oriente. Si bien la reencarnación había sido aceptada en la tradición judía hasta ese entonces, después del Arí se convirtió en parte de la estructura del idioma judío y de la erudición, morando en el pensamiento y las escrituras de los grandes eruditos y líderes desde los comentaristas clásicos del Talmud (por ejemplo, el Maharshá, Rav Moshé Eidels) hasta el fundador del Movimiento Jasídico, el Baal Shem Tov, incluyendo al líder del mundo no-jasídico, el Gaón de Vilna.
La tendencia continúa hasta el día de hoy. Incluso algunas de las principales autoridades que no necesariamente son conocidos por su inclinación mística tienden a asumir que la reencarnación es aceptada como una doctrina básica.
Uno de los textos que los místicos citan como una alusión bíblica al principio de la reencarnación es el siguiente verso en el Libro de Job:
“He aquí, todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre, para apartar su alma del sepulcro, y para iluminarlo con la luz de los vivientes”. (Job 33:29)
En otras palabras, Dios le permitirá a una persona volver al mundo “de los vivientes” desde “el sepulcro” (que es uno de los términos bíblicos clásicos para Gueinom o “Purgatorio”) una segunda e incluso tercera (o multitud de) vez (veces). No obstante, en general este verso y otros fueron entendidos por los místicos como simples alusiones al concepto de la reencarnación. La verdadera fuente está arraigada en la tradición.
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