Hola, en este post copie y pegue sin ningún tipo de adaptación , un cuento del libro "Cuentos Judíos para compartir" de Rabino Dr. Esteban Veghazi Tzl.
El Rabino Veghazi fue un sobreviviente del holocausto, para quien no conozca investigue sobre su vida y se dará cuenta de que fue un caballero, sobre el cual es interesante leer.
El Circulo del 99, ¿Por qué soy Infeliz?
Había una vez un judío cortesano. Vivía en un gran castillo, lleno de habitaciones, grandes jardines y mucho lujo. Sin embargo, este hombre, como muchos otros, tenía un problema: no se sentía feliz.
A pesar de ser el cortesano del rey y tener mucha fortuna y gran prestigio sentía que le faltaba algo. Nunca estaba contento con lo que tenía.
En el castillo trabajaba un hombre que siempre estaba alegre; realizaba sus tareas con placer y en su rostro se dibujaba una eterna sonrisa.
Al encontrarse con él, el cortesano se preguntaba siempre cómo podía ser que un hombre así, tan pobre y con un trabajo tan humilde, se sienta feliz.
Un buen día, comentó el asunto con uno de sus consejeros: -"No entiendo cómo este obrero puede sentirse feliz. No lo he visto nunca enojado, en su cara siempre hay dibujada una sonrisa."
"Lo que sucede, mi señor, es que este hombre no ha ingresado al "círculo del 99": es por esto que él es feliz", contestó el consejero.
- "¿Y qué es el "círculo del 99"? - preguntó el cortesano. muy extrañado.
- "Se lo voy a demostrar." - dijo el consejero con firmeza. - "Hoy a la noche, cuando el obrero llegue a su casa, dejaremos en su puerta una bolsa con 99 monedas de oro. El resto lo comprobará Usted por su cuenta."
Y así sucedió. Por la noche, cuando el sirviente se encontraba en su humilde casa, feliz., con su esposa y sus hijos, el cortesano y el consejero golpearon en la puerta del pobre hombre y dejaron en el suelo la bolsa con las 99 monedas. Rápidamente se escondieron detrás de un árbol y observaron todo lo que sucedía en la casa.
El hombre abrió la puerta, miró hacia un lado y hacia el otro, pero no vio a nadie. Sin embargo, encontró en el suelo una bolsa que parecía no pertenecer a nadie. La recogió del suelo y la llevó a su casa. Junto a su mujer y a sus hijos comenzó a abrirla, muy extra¬ñado por lo que estaba sucediendo.
Al ver el contenido, comenzó a llorar de alegría, ¡una bolsa con monedas de oro! ¡Qué bien le venía este regalo! A partir de ese momento no tendrá más preocupaciones, sus hijos podrán vestir y comer como los ricos, y su mujer se comprará las mejores ropas. Irán de paseo todos los días, y serán aún más felices.
Pero en ese momento decidió contar las monedas, para saber cuán grande era su fortuna. Y comenzó con la cuenta: una, dos noventa y ocho, noventa y nueve...
El hombre se puso furioso, no podía creer lo que estaba pasando.
"¡Me robaron una moneda!", - comenzó a gritar. - "¡No hay justicia en este mundo! ¡Alguien se llevó mi moneda!"
Y fue en ese instante cuando el hombre entró en el "círculo del 99".
La expresión de su cara cambió, la eterna sonrisa se transformó en una mueca de bronca y odio, y la sensación de felicidad desapareció para siempre.
En el trabajo, el pobre hombre ya no sonreía ni era amable con la gente, hasta con el cortesano se mostraba hostil.
Un buen día, el cortesano le preguntó qué le ocurría, ¿por qué andaba siempre con esa expresión tan triste en su cara?
"Y qué crees tú, ¿que debo andar siempre contento?" - dijo casi gruñendo. "Yo no soy tu bufón. Hago mi trabajo, y por eso me pagan, pero nadie puede obligarme a estar alegre."
Frente a esta contestación tan agresiva, el cortesano se ofendió mucho y pronto comprendió lo que significaba pertenecer al "círculo del 99". Ese pobre obrero vivió el resto de su vida creyendo que le faltaba una moneda para ser feliz. Y él, el cortesano con tantos recursos y tanto prestigio, vivía de la misma manera, creyendo que siempre le faltaría algo para sentirse completamente feliz.
"Me he comparado con un lactante (que se encuentra) sobre su madre; mi alma se siente como un lactante (en relación a Dios)" (Tehilim 131:2).
D-os los bendiga...
D-os los bendiga...
Que narración tan bella!
ResponderEliminarGuao!, y yo como que reacciono igaulito al obrero, je je.
Gracias por ponerme un espejo delante.
Un abrazo,
Oscar
¡Magnífica parábola para nuestros días!
ResponderEliminarGracias Armando por permitirnos conocer éstas y muchas más sabias enseñanzas.
ResponderEliminarJajaja.
ResponderEliminarMi querido amigo, como enviaste este artículo para reflexionar, esta la hare en el modelo corto.
El obrero que encontró el bolso, su SUCD (Señor Última Cocacola del Desierto) le dio un cambio a la forma de su comportamiento, pues el cree que se hizo mas importante (Importancia Personal; es un aspecto de la estructura del SUCD), antes lo tenía, pero lo llevaba actuar con la humildad del pordiosero, es decir, genuflexo con cualquiera que considera superior pero exige la misma genuflexión de cualquiera que considera inferior, el no tiene control de su voluntad; en verdad se molestó con quien le coloco las 99 monedas, así sea La FDT (Fuente Del Todo).
El SUCD del cortesano, le da otro aspecto de la Importancia Personal, “El Palo” es el “ocurre así”, “es normal es comportamiento”.
El Consejero es trágico, pues le enseña al cortesano que a la gente le ocurre “El circulo de 99” es el palo que muerde el perro pero no al que maneja el palo, que para los efectos es los llamo S.I. (Seres Inorgánicos) cuya semejanza descriptiva mas o menos se acerca a los Erev Rav (es una interpretación que hago).
Por cierto, El consejero y el Cortesano se parecen a los dos hermanos reyes de Las Mil Noches y una Noche (el cortesano=Al Raschid)
Pero es trágico porque no le enseña al S.I. ni como liberarse o tener el poder liberarse del S.I. por cierto, si se sabe que el Único que Libera es ÉL.; no es pelear con el palo.
Gracias Armando