2 de mayo de 2013

Torah y Religión.



Este es uno de esos post, en el que como dice una amiga “metes un post dentro de otro post”. Y también es un post de adaptación y recopilación de otras páginas web.

Un blog de algún tema a diferencia de una página web convencional organizada, se presenta como un espacio de reflexión, y este espacio está fuertemente marcado con mí día a día, y es por esa razón que estos artículos puedes ser variados, y este articulo en particular estaría muy relacionado con artículos del pasado, que te los pongo allí para que complementes nuestra reflexión.  

Antes de leer este nuevo post, te recomiendo que le des un vistazo a este más antiguo:


El concepto de Religión, como concepto de re-ligar, surgió con Caín, el primer hijo de Eva, que después de inventar también el asesinato, deseó obtener el beneplácito del Eterno, por medio de rituales e invocaciones. Es decir, en lugar de vincularse directamente con Dios, prefirió intermediar el vínculo con ofrendas y otros rituales. De allí el concepto de Re-ligar.

¡La religión sirvió para apartar al hombre de su Creador, cuando paradójicamente el hombre la inventó para aproximarlo! Condición paradójica que se mantiene vigente.

Lentamente, generación tras otra, las personas se apegaban más a los ritos y a las fantasías de intermediarios y teologías, que al puro y leal servicio a Dios. Finalmente la cáscara del ritual y de los emisarios celestiales quedó vacía de Dios.

Todo esto lo expone la Torah cuando dice:

"A Shet también le nació un hijo, y llamó su nombre Enósh. Entonces se comenzó a invocar en nombre del Eterno" (Génesis 4:26)

Explica Rashi (Sobre Bereshit Rabá 23:7) esta "invocación en nombre del Eterno" significa realmente: "hacían idolatría pero decían que era en nombre de Dios".

Como puede ver, no pasaron muchas generaciones hasta que la "religiosidad" inventada por Caín derivó en idolatría.

La Torah, dice sin embargo, que muchos siguieron un estilo de vida cercano a los mandatos del Eterno, como en estos ejemplos:

"Noaj era un hombre justo y cabal en su generación; Noaj caminaba con Elokim" (Génesis 6:9)

Las religiones en su significado actual nacieron luego del Diluvio cuando las personas comenzaron a adulterar el estilo de vida noájida, que es el que se mantiene fiel al Eterno por  medio del cumplimiento de los Mandamientos Universales.

Por causa de ésta, el estilo de vida se fue deteriorando, se fueron apartando del cumplimiento de los otros preceptos Noájidas (llamados Adámicos en aquel momento). Hasta llegar al desastre que era la sociedad y el medio ambiente en la época previa al Diluvio.

Las religiones (en realidad deberíamos decir, las ramificaciones de la religión de Caín) conquistaron el mundo, llegándose en ese momento al máximo dominio y difusión del paganismo bajo el mando de Nimrod, y su cohorte de rebeldes contra Dios y el prójimo.

Por aquellas épocas de mayor oscuridad es que nació Abraham, nuestro patriarca, y él activamente dio el primer paso hacia la erradicación de la idolatría. Los fieles a Dios estamos en la ruta iniciada por Abraham, y por ella avanzamos.

Vemos que lo que Caín hizo, fue una experiencia muy personal y sensible, y desde su raíz YA estaba viciada de falsedad.

Y por su lado, el camino de Abraham, también muy personal y sensible, era tendiente a la verdad, contrario a la falsedad y es compartido por millones de personas actualmente.

Cuenta nuestra tradición que la Torah fue rechazada por las naciones antes de ofrecérsela a Israel. Pero con el tiempo el esfuerzo de los líderes de la antigüedad en tratar de civilizar y otorgar un orden social y espiritual justo para sus pueblos los condujo precisamente a la fuente original: La Torah, es por ello que algunos de los principios de la Torah los podemos encontrar en las tradiciones espirituales y filosóficas de diferentes culturas.

Los hijos de Esaú, Grecia, Roma y muchos de los pueblos por ellos conquistados, combinaron de manera sincrética algunos de los principios espirituales de Israel con sus ancestrales creencias paganas, basadas en la Religión original de Caín y Nimrod. Ello generó que se crearan religiones que pretendieron suplantar la revelación colectiva de la Torah en Sinaí, a sus Sabios y Profetas, por revelaciones y profecías personales.

Así surgieron seguidores y discípulos que adaptaron e interpretaron a su manera la ya milenaria tradición de Israel escribiendo “nuevos textos sagrados” con la intención de suplantar a la Torah y al pueblo de Israel. Pretendiendo dejar a estos últimos, como derogados…

Todos ellos tomaron los objetivos de la tradición escrita de Israel, pero “olvidaron” el desafío en implementarlos transmitido a través de la tradición oral de Israel. Mishnah, Talmud, Kabalah, Halajah, etc. recogen la tradición oral, que es miles de veces más extensa que la escrita, especificando en forma precisa los códigos de comportamiento que conducen a superar y diluir toda forma de paganismo e idolatría.

El pueblo de Israel nunca pactó, ni realizó sincretismo con ninguna forma de paganismo ni idolatría. Israel cuidó y cuida en forma precisa el discernimiento altruista que recibió de la Torah, aun a costa de su vida, como sucedió cuando Grecia y Roma intentaron imponerle sus creencias, también en la Inquisición. E incluso, esta pretensión se mantiene mantiene aún actualmente desde supuestos “acercamientos de amistad”.

La Religión es un producto del Yetzer Hará (inclinación al mal) es una impostura, una falsa conexión con el Eterno, un disfraz y no el verdadero rostro, algo que usurpa el rol de la espiritualidad.

Religión es confusión, ritualismo, dogmas, mandatos carentes de trascendencia, pompa, falsedad. Hasta aquella que tiene visos de buenas obras, de solidaridad, de amor virtuoso, en tanto provenga de la religión contiene en cierta medida el estigma de la propia inclinación al mal.

Aunque, es correcto decir que cada una de las religiones contienen un breve atisbo de verdad. Si es así, las religiones No pueden ser falsas y verdaderas, ya que por definición aquello que es falso No puede ser verdadero al mismo tiempo. Pues, la verdad, es el único valor que desaparece si le lo menoscaba con falsedad. ¿Cuánta verdad es una media verdad?... Realmente, ninguna si nos aferramos a su parte de verdad desconociendo la de falsedad...

Desde Nimrod (verdadero padre de la institución religiosa como tal) en adelante, se sigue vendiendo el mismo viejo producto corrompido haciéndole pasar por algo más auténtico.

Pero que es lo que hace que El Eterno se aparte de nosotros:

"Sus malas acciones son las que hacen separación entre ustedes y Su Di-s. Sus pecados han hecho que Su rostro se oculte de vosotros para no escuchar"
(Isaías 59:2)
Te invito a leer:


La Torah y la corrección:

La idea central de la Creación es la de dar plenitud a las creaturas por lo que se incorporó en el alma el deseo de recibir ese placer. El deseo es el instrumento y recipiente para recibir, siendo que la intensidad del placer es proporcional al deseo de recibirlo.

Cuando experimentamos plenitud no sentimos diferencia entre ésta y el deseo de recibirla, sino que los percibimos como una unidad. En cambio, cuando anhelamos la plenitud que no poseemos, los distinguimos claramente.

Ambos aspectos surgen y emanan de HaKadósh Barúj Hú, sólo que «allí» se encuentran en estado de unidad, más allá de la dualidad transmisor-receptor, conocedor-conocido.

El deseo de recibir no puede existir en El, pues Es completo en Sí mismo, ¿de quién habría de recibir?
HaKadósh Barúj Hú es la Fuente Infinita del dar y nuestro deseo de recibir, la fuente receptora.
La Creación, lo nuevo, es el deseo de recibir que surge como consecuencia del ocultamiento de Su plenitud. Por ello el vocablo hebreo que se utiliza para designar al mundo, Olam, proviene del verbo lehialém que significa ocultar.

Los objetivos espirituales pueden activar en el hombre una voluntad poderosísima puesto que inciden directamente sobre la energía más poderosa del mundo: el deseo. Por ello debemos implementar una educación que desarrolle el discernimiento superior.

La energía nuclear puede dar luz a cientos de ciudades, “elixir de vida”, o destruirlas, “droga de muerte”. Depende de la forma e intención con que la aplicamos.

El deseo de recibir es lo que debemos refinar a través del conocimiento interior de la Torah y las mitzvót, transformando nuestro egoísmo en altruismo.

Sólo entonces la Torah será para el hombre un elixir de vida.

Échale un vistazo:

También a este escrito del Lic. Yehuda Rikco, del cual tomo muchos de sus aspectos:

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