20 de abril de 2012

Depende desde donde lo veas



Una persona invitó a su casa a un Rabino y cuando éste llegó, sentó
a su lado a su perro. 

¿Qué es esto?
- preguntó el Rabino enojado -
¿qué
hice para que me avergüences de esta manera?
Rabino
-Exclamó el dueño de casa- 
de ninguna manera deseo ofenderlo,
sino darle un poco de honor a mi perro, que se lo ha ganado.
Cierta vez vinieron ladrones a la ciudad y uno de ellos se quiso llevar a
mi mujer, entonces el perro lo atacó, mordiéndolo y dejándolo rengo.

Ierush. Trumot, 8

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