14 de noviembre de 2019

El aceite de la viuda


¡Shalom!  un espacio para hablar de Torah. 
  
La haftará que leemos esta semana está tomada del libro de los Reyes. Allí encontramos una interesante historia entre Elishá y una mujer viuda, de la que se dice "una mujer de las mujeres de los Hijos de los profetas"

El Targum de Yonatan traduce la frase "hijos de los profetas" como "discípulos de los profetas". 

Según la tradición oral la viuda en cuestión fue la esposa del profeta Ovadiá (Abdias)  [ver Rashí, sobre este verso].  




"Y una mujer, de las mujeres de los alumnos de los profetas, suplicó a Elishá diciendo: "Tu servidor, mi esposo, ha fallecido, y tú has sabido que tu servidor era temeroso de D'os, mas el acreedor ha venido para tomar a mis dos hijos, para él, como esclavos" (4:1).

Según el Talmud, Ovadiá fue un converso al judaísmo de Edom y era descendiente de Elifaz, el amigo de Job [cita Sanhedrin]. Él era  sirviente de Ajav, y se dice que fue elegido para profetizar contra Edom porque él mismo era un edomita. Además, después de haber vivido con personas como los malvados reyes de Israel Ajav y Jezabel "sin aprender a actuar como ellos", parecía la persona más adecuada para profetizar contra Esav (Edom).

En esos tiempos, la reina Jezabel había matado a casi todos los profetas de HaShem, pues quería que sólo quedaran con vida los falsos profetas.  Ovadiá, de todas maneras, alcanzó a salvar la vida de cien profetas a quienes escondió en dos cuevas (cincuenta en cada cueva, I Reyes 18:3-4); él era muy rico, pero toda su riqueza se gastó en alimentar a los pobres profetas, hasta que, para poder continuar apoyándolos, tuvo que pedir prestado dinero -pagando intereses-Yehoram el hijo de Ajav (II Reyes, 4,1-6), para poder comprar pan y agua para alimentarlos. Yehoram se quería llevar a los dos hijos de Ovadiá como pago de esa deuda (de hecho, hasta los fue a buscar). 

La esposa de Ovadiá le suplicó (en hebreo: “Tzaakah”) a Elishá para que la ayudara; Elishá le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti?  Dime: ¿qué tienes en la casa?  Ella respondió: No tiene tu servidora nada en la casa excepto un frasco de aceite" (4:2).



En ese momento Elishá la bendijo y le dijo que tomara su jarrita aceite y trajera cientos de jarrones vacíos. La mujer hizo exactamente lo que le dijo Elishá y sucedió el milagro: con su jarrito con poco aceite pudo llenar con aceite los muchos vacíos, pues después de llenar el último frasco con aceite, ella le pidió a uno de sus hijos que le alcance un frasco más y al contestarle a su madre que no había más frascos, el aceite se detuvo y no fluyó más.  Pudo vender, y salió de la deuda que tenía. 

Preguntan los Jajamim: ¿Acaso Elishá le dio la Berajá así tan rápido? ¿Acaso suceden milagros sólo por ir con el profeta? Explica Rabí David Kimhi (conocido como Radak) sobre ese versículo: La esposa de Ovadia rezó 265 veces para que le suceda un milagro, esto lo aprendemos porque la palabra “Tzaakah” “suplicó” suma 265, que son las veces que rezó para que le suceda el milagro. Antes de esas 265 veces no era merecedora para que le suceda ese milagro. Incluso a la vez 264 no era su momento para que le suceda el milagro.

El poder de la Tefilá es grande, nuestro maestro el Arí z”l llegó a decir que él mismo dijo que llegó a niveles tan elevados por tanta Tefilá que hizo. Esta mujer era grande y piadosa, y Elishá vio sus cualificaciones, ayudándola entonces en forma total y completa, y no en forma parcial. 

Debemos notar que en el versículo: 

"Y una mujer, de las mujeres de los alumnos de los profetas, suplicó a Elishá diciendo: tu servidor, mi esposo, ha fallecido, y tú has sabido que tu servidor era temeroso de HaShem, mas el acreedor ha venido para tomar a mis dos hijos, para él, como esclavos"


La esposa del profeta Ovadiá repitió dos veces las palabras "tu servidor". ¿Acaso no bastaría con que diga: "y tú has sabido que él era temeroso de HaShem…"? y Elishá inmediatamente hubiera entendido que ella se estaba refiriendo a su esposo, a quien anteriormente recordó.

A esto hay que sumar que la mujer al final de sus palabras dijo: " el acreedor ha venido para tomar a mis dos hijos, para él, como esclavos". Ese "para él" es innecesario y redundante pues ¿Qué importa si ellos serían esclavos "para él" o para otra persona?  si al final serian esclavos. Suficiente con que diga: "mas el acreedor ha venido para tomar a mis dos hijos, como esclavos" omitiendo las palabras: "para él".

Por otra parte, al final Elishá le dice: "y tú, y tus hijos, vivan con el (dinero) sobrante".  Estas palabras llaman la atención, pues ella no le había pedido a él nada respecto de su sustento.  ¿Por qué entonces el profeta le dijo que venda el sobrante del aceite y con ese dinero alimente a su familia?

El poeta y rabino Naftalí Maskil Leetán, nos explica que en realidad el hecho de que ella se haya extendido en su hablar al recordarle a Elishá que su esposo fue temeroso de HaShem, tiene relación con lo que le vino a pedir al profeta respecto de sus hijos, que el acreedor había tomado como esclavos.

Ella fue muy precisa en sus palabras al decir: "para él, como esclavos" dándole a entender a Elishá que el motivo por el cual su esposo fue temeroso de HaShem, es porque él mismo fue servidor de Elishá, ya que generalmente el servidor se comporta como lo hace su amo, porque de él aprende.  Y es por esta razón que ella dijo: "y tú has sabido que tu servidor era temeroso de D'os", queriendo decir que: "debido a que él fue tu servidor es que fue un temeroso de HaShem, sin embargo ahora será lo contrario con mis hijos" y este es el motivo por lo que ella le dijo al profeta Elishá: "mas el acreedor ha venido para tomar a mis dos hijos, para él, como esclavos".  

En virtud de ello además de solo darle dinero para recuperar a sus hijos, Elishá quiso también ir mas allá proveyendo también los recursos para que pueda vivir con todas sus necesidades satisfechas. Elishá le dice:  ¿Qué puedo hacer por ti?", como diciendo: "¿qué puedo hacer personalmente por ti, para hacer que la pobreza se aleje de tu casa?". Y es por eso que después, cuando ella volvió a Elishá, él le dijo: "Ve, vende el aceite y paga tu deuda; y tú, y tus hijos vivan con el (dinero) sobrante".




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