Las obras codificadoras de Maimónides contienen una clasificación sistemática original, así como una lista detallada de los preceptos del judaísmo cuyo número total es 613. De éstos, 248 son preceptos positivos, es decir: "harás"; y 365 son negativos, es decir: "no harás".
Se trata de una amplia y minuciosa ordenación de todas las leyes y normas religiosas y jurídicas de la literatura talmúdica, presentada en una exposición sistemática, jamás lograda anteriormente en la historia del judaísmo. Conviene recordar que las leyes judías son jurídico-religiosas, es decir, que enjuician de modo igual o semejante el pecado religioso y el delito social, puesto que ambos están sujetos a leyes que emanan de Dios.
Los libros jurídicos de Maimónides son un modelo de ordenación lógica y exposición metódica, en los cuales cada capítulo y cada párrafo sigue en su natural secuencia al que lo precede.
Aunque los libros jurídicos de Maimónides son obras de carácter jurídico- religioso, incorpora en ellos numerosos aspectos filosóficos y científicos, de tal manera que incluyen un completo sistema de metafísica y ética, donde se abordan los temas fundamentales del judaísmo: principios éticos, fundamentos de la legislación y de la ley, definición del paganismo y de la idolatría, la penitencia, y otros temas más.
Naturalmente las leyes y el sistema de la legislación presentadas por Maimónides, se refieren a los judíos y les obligan a su cumplimiento. Sin embargo, fueron estudiados en el idioma vernáculo de los judíos y también en latín para las facultades jurídicas en las universidades medievales, donde sirvieron como ejemplo y base de comparación legal.
El interés que han despertado y siguen despertando las obras jurídicas de Maimónides, y especialmente "La Segunda Ley" - en hebreo "Mishne Torá" - queda reflejado en el gran número de manuscritos que conservan esta obra. Existen numerosas ediciones, algunas adornadas con magníficas miniaturas.. Entre éstas hay que destacar las versiones castellanas editadas por los sefaradíes de Amsterdam, en el siglo XVII.
Las responsas y las cartas de Maimónides, en su mayoría contestaciones a consultas, son de contenido jurídico-religioso sobre variadas cuestiones, temas e inquietudes acerca de interpretaciones del Talmud y de otros códigos jurídicos, además de problemas y asuntos teológicos y filosóficos de la vida cotidiana.
La lúcida inteligencia de RAMBAM produjo otra obra más que lleva el título "Dalaarat Al Jairin" - "Moré Nevujim", es decir "Guía de los Descarriados" o "Guía de los Perplejos". La escribió para aquellos cuya mente era atraída por la filosofía y las ciencias de la época y que encontraban que su fe resultaba incompatible con la razón. "El objetivo de este tratado - escribe - es iluminar la mente de los hombres religiosos a quienes se había enseñado a creer en la verdad de nuestra sagrada Torá y que, al mismo tiempo, han tenido éxito en sus estudios filosóficos. La razón humana los llama a morar en su esfera, y les resulta difícil aceptar como correctas las enseñanzas basadas en la interpretación literal de la Torá. De ahí que están sumidos en la perplejidad y en la ansiedad."
En el mundo de la filosofía y de la razón humanas, Aristóteles seguía siendo aún el monarca reinante también para Maimónides, aunque los aspectos políticos de su filosofía lo acercaban más a Platón.
La obra "Guía de los Perplejos" se compone de tres partes. La primera parte determina el concepto de Dios en nivel filosófico y se opone fuertemente a las imaginaciones antropomórficas, planteadas por las masas. El tema del segundo tomo es la relación de Dios con el Mundo Creado. Comienza con la argumentación sobre el carácter "creado" del mundo y luego trata el profetismo, presentándolo como la emanación espiritual de Dios. El tercer tomo contiene una introducción de carácter metafísico y luego a ciertos problemas eternos de la fe: el objetivo de los sufrimientos terrenales, la razón de las leyes divinas en general y la de algunas en particular. Y para concluir, da un resumen de todo lo tratado.
Una de las formas con que trata de iluminar RAMBAM al perplejo, es interpretando los pasajes de la Biblia de una manera no literal, sino figurativa. Otra forma consiste en conciliar las enseñanzas de la filosofía y de las ciencias con las de la Torá. Como ya hemos mencionado, Maimónides no era un seguidor inflexible de Aristóteles. Por el contrario, chocaba con él en una cantidad de cuestiones fundamentales. ¿Carece el universo de origen material? ¿Carece de fin y de finalidad? ¿O es el resultado de la voluntad y del propósito creadores de Dios? ¿Es el hombre una criatura aherrojada por los grilletes de la predestinación; es un irresponsable esclavo de la necesidad, o está dotado de libre voluntad y albedrío, por lo tanto, es responsable de todo lo que hace y de lo que deja de hacer? Con brillante dialéctica y oponiéndose a Aristóteles, Maimónides sostiene las doctrinas de la creación evolutiva y del propósito divino, como también las del libre albedrío y la responsabilidad, principios que son básicos no sólo para el judaísmo sino también para las otras religiones monoteístas.
Sostiene la idea de que la fe pura y el pensamiento lógico coinciden entre sí, pues reconocen que existe la Gran Fuerza Creadora - Dios - y de esta Fuerza proviene la Creación, y ambos aspiran a elevar al hombre al más completo perfeccionamiento. La verdad de la fe y la verdad de la inteligencia no se contradicen, la una con la otra, en sus conceptos básicos y pueden complementarse, si no llegan a la exageración.
Maimónides trazó una línea divisoria bien marcada entre la física y la metafísica; entre la razón, es decir el saber, y la fantasía, es decir, los instintos. Al mismo tiempo, como pensador, estaba estrechamente ligado a la realidad, es decir, al mundo material, lo que queda documentado también en sus obras de medicina.
Además, Maimónides es perfectamente consciente de las limitaciones del intelecto humano y no invoca el juicio de la razón en todos los asuntos. "No vayáis a creer -dice- que estos problemas tan difíciles pueden ser comprendidos en forma completa por cualquiera de nosotros. No es así. A veces la verdad resplandece con tanto brillo, que la vemos tan clara como el día. Pero a veces, nuestra naturaleza y nuestras costumbres arrojan un velo sobre nuestra percepción y retornamos a una oscuridad casi tan impenetrable como antes. Somos como aquellos que, aunque contemplan el fulgor de frecuentes relámpagos, se encuentran en la oscuridad de la noche."
Maimónides escribió su "Guía de los Perplejos" en árabe, la que ha sido traducida al hebreo y al latín. La obra otorgó a su autor un puesto honorable en la historia de la filosofía, pues sirvió como una nueva interpretación de la filosofía griega, no sólo para la filosofía medieval, sino también para la moderna.
En su propia época, llegó a ser una de las principales fuentes de la escolástica cristiana, favorecida especialmente por Santo Tomás de Aquino, artífice de la teología oficial católica. La obra ha circulado en latín con el título: "Dux neutrorum sive dubiorum", escrita por Moisés Judeus.
Muchos de los filósofos a través de los siglos, incluso hasta hoy, intentaron conocer la Guía, explicarla y utilizarla en sus actividades filosóficas. Como ejemplo mencionemos a los siguientes filósofos:
Alexander of Hales, William of Auvergne, Albertus Magnus, Tomas de Aquino, el Maestro Eckhart, Duns Scotus, Spinoza, Bergson, Mendelssohn y otros más lo han considerado como su predecesor espiritual.
La tradición hebraica considera a este Moisés como igual al gran profeta. Los escolásticos cristianos le apodan "el águila de la sinagoga", por sus esfuerzos por conciliar la Biblia con la obra aristotélica.
Desde el punto de vista de la cultura universal, es muy importante la correspondencia de Maimónides con Avicenna, ilustre médico y uno de los hombres más notables de su época.
Digamos también algunas palabras de Maimónides el astrónomo.
La ciencia de la astronomía de la Edad Media, estaba fundamentalmente basada en los cálculos matemáticos, más que en la observación directa de las estrellas y de los planetas. Los telescopios y los demás instrumentos astronómicos de precisión, desarrollados en la época moderna, han ampliado el campo de la investigación astronómica; por supuesto no existían todavía en la época medieval. Tal vez no estaban interesados tampoco por la astronomía en sí misma, sino en función de la práctica religiosa judía, en lo que se refiere a la fijación de las fiestas en el ciclo litúrgico anual.
Maimónides conocía lo esencial de los escritos de astronomía de sus predecesores y coetáneos griegos, Pitágoras, en el siglo V a.e.c., Aristóteles, 384-322 a.e.c., Euclides, aprox. 300 a.e.c., Apolonio de Pérgamo, aprox. 200 a.e.c., y la fundamental obra "Almagesto" de Ptolomeo, en el siglo II e.c. y de los científicos árabes, Avicenna, Atrempece, Averroes, y otros. Si aceptamos que los cálculos astronómicos establecidos por ellos están basados en pruebas ciertas e irrefutables - dice Maimónides, - le es lícito al judío religioso servirse de ellos, aunque se trate de la opinión de sabios gentiles.
Son dos las obras de Maimónides en este campo del saber astronómico, y las dos tratan problemas de la fijación del calendario. La primera "El Tratado sobre el Calendario", del año 1158. Es obra de su juventud y fue redactada durante su deambular por Andalucía.
Su segunda obra es "Reglas de la consagración de las neomenias - de la Luna nueva". Está integrada en uno de sus libros legislativos el que redactó en Egipto.
En varias otras obras se demuestran sus conocimientos astronómicos no sólo teóricos sino también técnicos, como por ejemplo, en su escrito "El laminar" figura la descripción de un cuadrante solar o un reloj de sol.
Resulta de especial interés la postura de Maimónides en relación con la astrología. Le preguntaron en 1194 los rabinos de Marsella, si era compatible con los principios de la fe judía. En una respuesta -que dio por escrito- y aun reconociendo que la astrología era la primera "ciencia profana" de la que se ocupó, se manifiesta decididamente en contra. Según su opinión, es necesario distinguir esta seudociencia de la autentica ciencia de la astronomía.
Hay que destacar en Maimónides su espíritu docente. Era un maestro predestinado a la enseñanza. Pero lo era también por ser rabino, ya que en la misma escuela para la formación rabínica, estaban incluidos el estudio y la enseñanza.
La lectura de sus obras más importantes suscita la impresión de que Maimónides fuera de ser un sabio a veces austero, rígido y melancólico, era también cálido. Inculcaba en su hijo la modestia, la humildad, la fina inteligencia y un carácter noble.
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Este resumen sobre Maimonides, a pesar de ser breve me parece completamente acertado. los felicito y me congratulo con ustedes por haberme dado a conocer la obra de Maimonides. Gracias
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