Hace varios años, en cierta ocasión asistí a una reunión
de Shabat con un grupo en particular, y los vi muy motivados por los arreglos
de cada uno de los detalles del Shabat, era una gran preocupación si en la mesa
de Shabat había o no “Un Mantel”. Era para mí una experiencia nueva, porque por
primera vez estaba lejos de las costumbres de mi Escuela, y de su forma particular
de preparar cenas de Shabat comunitarias.
Todo Shabat es particular, único, y lo disfrute
mucho, pero me di cuenta de algo, a la hora de armar la mesa habían muchos
opinando, y a la hora de desarmarla y retirar los platos sucios, se reducía
notablemente la colaboración, a unos pocos integrantes que habiendo participado
enérgicamente en la puesta de la mesa, lo hacían también en la retirada de la
misma. Pero ciertos individuos no lo colaboraban.
¿A qué puede deberse tal comportamiento? En aquel
momento solo vi una solución a tal dilema: Mi Ego solo me permite participar en
actividades que me den protagonismo, y sufrimos de una necesidad de una
reverencia continua y admiración a nuestra persona; no tolerando el estar en un
lugar secundario o falto de ese protagonismo, que tanto deseamos.
Mientras que armamos “la mesa” todos pueden
apreciar que inteligente somos y cuanto conocimiento de Halajá poseemos, cuán
lejos hemos llegado y cuál es nuestro nivel, y si no lo hacen, vamos hasta allá
y se los décimos. Pero recoger los platos sucios no nos otorga protagonismo,
entonces inclusive de manera inconsciente, no lo hago.
Mas que fijarnos en todas las cosas externas, es
decir, vestidos, comidas, trabajos, veamos un poco más allá de lo que se quiere
que hagamos en Shabat…
Debemos transformarnos en una persona diferente en Shabat.
Y por eso obviamente, las cosas EXTERNAS la
vestimenta, la manera de actuar, y las conversaciones, habrán de ser diferentes
de las cotidianas. Pero solo son una expresión de la NUEVA persona que somos,
INTERIORMENTE.
Veamos los contenidos internos y no los externos…
La externalidad solo es impresión de lo que llevamos dentro. Eso es Shabat. El nivel de ello, cambia con cada persona, y depende del perfeccionamiento y purificación espiritual personal de cada uno.
Aquí les presento unas sencillas reglas para cuidar
el cumplimiento del Shabat…
1. Prohibido el lashón
hará (literalmente, “habla negativa"). ¡Prohibido chismear! La Mishná
Berurá escribe, que quien se abstiene de hablar sobre asuntos mundanos en
Shabat, es llamado "santo", y continúa comentando, que las personas
observantes, habrían de hablar solamente en "Lashón HaKodesh",
incluso cuando se tratase de asuntos esenciales, para no caer en la
charlatanería.
2. Fíjate si puedes
evitar hablar sobre trabajo en Shabat. Cuando el Shabat comienza, ya NO
hay más necesidad de hacer trabajos. Es una meta elevada, para quien se
encuentra en medio de las complicaciones de los quehaceres, pero eso es lo que
se exige de nosotros.
3. Trata de no hablar
sobre dinero en Shabat. La conducta óptima en Shabat, es la desconectar la
mente de todos los complicados asuntos cotidianos y comerciales, y enfocarse, y
concentrarse en los temas espirituales.
4. Intenta incluir al
menos una reflexión "de Torah" en cada comida (mantén a mano algunos
libros de judaísmo para inspirarte).
5. Si te estás fallando en alguno de
estos puntos, trata de revertir la situación. Un festín de quejas se puede
convertir en una lluvia de ideas sobre lo que es positivo en tu vida; si te
encuentras despotricando sobre algo, trata de verlo de una forma más
positiva ("Mi jefe es tan exigente" puede ser convertido en un
"Pero al menos tengo un trabajo que disfruto").
6. Shabat nos da una
oportunidad para recordar que Dios está cerca de nosotros. Usa Shabat para
acercarte a Él, para hablarle, y trata de actuar de una manera que refleje
nuestra cercanía con Él.
7. Haz un esfuerzo para
escuchar a los demás. Pregunta por sus opiniones y escucha sus preocupaciones.
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